Celebraciones marianas
Lucena reluce en la celebración de la festividad de la Virgen de Araceli
Jornada cardinal de las Fiestas Aracelitanas, con la misa solemne, presidida por el obispo de Córdoba, que reivindicó «el amor» y «la vida», y la procesión de la patrona de la localidad
La impaciencia y la luminosidad, desbordantes, del primer domingo de mayo en Lucena antecedieron, desde primera hora de la mañana, a una eucaristía sublime por las soberbias notas de la Misa del Campo Andaluz, obra del maestro Antonio Villa Álvarez de Sotomayor. A las doce del mediodía, retrasada media hora en relación a los últimos años, empezaba la misa solemne en San Mateo, oficiada por el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, y retransmitida, para el panorama nacional, por 13TV, aparte de las emisiones de Videoluc TV y Canal Cofrade. La cofradía, al término de la misa, entregó al obispo el emblema de la hermandad.
Ante una iglesia repleta de público, la Coral Lucentina y la Orquesta del Conservatorio Profesional de Música Maestro Chicano Muñoz, de Lucena, dirigidos por Víctor Nájera, interpretaron la composición que armoniza multitud de palos del flamenco.
En la homilía, el obispo de la Diócesis ensalzó «el amor» y «la maternidad». En primer término, reiteró que el amor «es el núcleo central» del cristianismo e insistió en que consiste en «dar hasta que duela, al próximo», como «nos ha enseñado Jesucristo para transformar el mundo». Poniendo como ejemplo a María, de Araceli, que «entregó su vida entera», reclamó que «fomentemos todos la vida», especialmente dirigiéndose a los responsables públicos, frente «al egoísmo colectivo» que «elimina la vida desde su origen», en clara alusión al aborto.
La melodía compuesta hace 76 años por Luis de Aramburu para el himno de la Virgen de Araceli enmarcó un ambiente aracelitano inigualable, en torno a las 19.00 horas, en el interior de San Mateo. La cuadrilla de santeros, conformada y guiada por Luis Lara Cantizani, aguardaba en el centro del templo, donde se erigía, majestuosa y maternal, la patrona de Lucena. El tiempo previo a la salida procesional encierra impresiones contradictorias de sosiego e inquietud, entretanto se suceden los primeros saludos vespertinos a la advocación mariana implantada en 1562 y aparecen las primeras velas de ruegos y promesas.
Primer estruendo de cohetes
El primer estruendo prolongado de cohetes, justo a las ocho, anunció la salida procesional de la Virgen de Araceli en su Día, con el rodeo inicial, por completo, a la Plaza Nueva.
Pétalos, fandangos y clamores para mecer y detener al trono mariano enlazaban un itinerario con sendas paradas ante las comunidades religiosas de las Hijas del Patrocinio de María, en La Purísima, y las madres Agustinas Recoletas, justo en el templo de San Martín, delante del Llanete de San Agustín.
Las pautas corporativas y oficiales del desfile, por el centro de Lucena, declinaron, como dicta la tradición presente, al avanzar por la calle El Agua, antes del desbordamiento de la multitud en la calle El Peso.
Con la conclusión del Día de la Virgen, hasta el martes de la próxima semana San Mateo alberga la celebración de la Novena en honor a la patrona de Lucena.
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