Al margen

El consentimiento

La narración toma el punto de vista de la víctima, una preadolescente que cae en la red de un depredador sexual

Fotograma de la película.

Fotograma de la película. / CÓRDOBA

Primero fue el libro, ahora la película. Pero antes fueron los hechos relatados. Estamos en París, en 1985. Un escritor de renombre consigue enamorar a la hija de una amiga, a quien cuadruplica la edad, pues tiene 13 años. El espectador asiste al proceso en que la víctima va tomando consciencia de los abusos sexuales a que ha sido sometida por alguien que no solo la utiliza sexualmente, sino que la va a usar como objeto literario para componer una obra en forma de diario.

La relación comienza con la oposición de la madre que interpreta Laetitia Casta, aunque pronto admitirá la situación ante la posibilidad de perder a su hija -encarnada en Kim Higelin, que nos regala una magnífica y descarnada interpretación-, con ausencia total del padre. Eso sí, la sociedad y el círculo más cercano al famoso escritor pedófilo le sirven de coraza protectora ante cualquier acusación, riéndole las gracias y adulando sus ocurrencias, sin reconocer la verdad en sus escritos donde se vanagloria de múltiples hazañas sexuales con menores.

El escritor tenía nombre y apellido, Gabriel Matzneff, alguien que desde el primer momento del relato no caerá nada bien al espectador, por su prepotencia y egocentrismo, mérito del actor que lo interpreta: Jean-Paul Rouve. A ello contribuye el discutible doblaje, que aún más subraya exageradamente ese perfil, ante la imposibilidad de su visionado en versión original.

La joven seducida, Vanessa Springora, se convirtió en escritora y fue capaz de poner en negro sobre blanco todo aquello que vivió y marcó el resto de sus días, no solo firmando el libro homónimo que ha dado lugar al filme, sino también participando en la adaptación como guionista junto a la directora (Vanessa Filho). La narración toma el punto de vista de la víctima, una preadolescente que cae en la red de un depredador sexual, mostrando situaciones de lo más delicado, con rigor y pudor a la vez, mostrando el dolor y el temor, sin caer en lo chabacano. Aunque, finalmente, podrá vengarse desde lo literario y, ahora, desde lo cinematográfico.

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