El pasado 24 de septiembre me vi sorprendido por una necrológica donde se daba noticia del fallecimiento del actor Carlos Alvarez--Novoa. Lo conocí en los finales del franquismo e inicios de la Transición, yo era estudiante y él daba clases de Literatura en un Instituto sevillano. Venía a Cabra algunos fines de semana porque su esposa daba clase en nuestro Instituto y mi novia y yo aprovechábamos para viajar con él (en un Dyane 6 azul), así evitábamos la pesadez del autobús o la incertidumbre del auto-stop. Su aspecto de entonces era idéntico al de sus últimos años, pero con algo más de pelo y sin canas. Por entonces había realizado su tesis de licenciatura, publicada por la Universidad de Sevilla: Sondeo en Luces de Bohemia, primer esperpento de Valle Inclán . Recuerdo que junto a un amigo, entonces inseparable, acudimos a la comisaría sevillana de la Gavidia cuando lo detuvieron, creo recordar que por algo relacionado con el movimiento de los entonces denominados PNN (Profesores No Numerarios), que hoy llamamos interinos, intentamos verlo pero no nos lo permitieron y le llevamos un cartón de tabaco porque conocíamos su afición al mismo. Dejé de verlo cuando me marché de Sevilla, pero su voz era inconfundible, fue lo primero que reconocí a finales del pasado siglo en la película de Benito Zambrano, Solas , donde representa a "un solitario y afable anciano" como decía la necrológica del diario. Luego he sabido de su participación en distintos proyectos teatrales, su verdadera afición, y asimismo lo he visto en algunas series de televisión, la última vez hace muy pocos días, cuando aparecía como Leonardo da Vinci en la dedicada al emperador Carlos V. Además, el mismo día de su muerte se estrenaba en el festival de San Sebastián la última película en la que participó.

A la sorpresa por su pérdida se añadía una coincidencia: yo había hablado de él pocos días antes con unos amigos. Estábamos comentando el final del Partido Andalucista, era un desenlace esperado dados los resultados de los últimos años, pero también por la indefinición ideológica de ese partido desde que perdió la "S" de Socialista (a pesar de los esfuerzos respetables de José Aumente). Como era lógico, salió a relucir el nombre de Alejandro Rojas Marcos, y recordé cómo lo conocí, en compañía de Carlos Alvarez, un día que íbamos de Cabra a Sevilla y se detuvo en el hostal Astigi, de Ecija, para saludar a un amigo. Era Alejandro, que entonces tenía prohibido residir en Sevilla. En aquellos momentos ya se había formado la Junta Democrática, en la cual se había integrado la Alianza Socialista de Andalucía, germen de lo que luego sería el PSA. Poco después, iniciamos en Cabra los movimientos para formar un grupo de apoyo a la Junta Democrática, contando con la colaboración del único partido que poseía entonces una cierta organización local, el PCE. Hablamos acerca de con quién contaríamos para presentarla, y por iniciativa de Carlos surgió la posibilidad de que lo hiciese Rojas Marcos. Así se montó una reunión (para la que no puedo precisar la fecha) a la que asistiríamos un reducido grupo de personas en un lugar que no infundiera sospechas, y un cura nos dejó su casa para hacerla. Comenté aquella reunión mientras hablábamos del PA porque mi pueblo ha sido luego uno de los enclaves andalucistas más significados, y ha tenido hasta tres alcaldes de ese partido. Sin embargo, en aquella ocasión, cuando Rojas Marcos representaba a la Junta Democrática, no estaba ninguno de los que después serían militantes andalucistas.

Por cierto, al cura que nos facilitó su domicilio me lo encontré hace unos años comprando el periódico La Razón , y me dijo: "¡Mira por dónde voy ya!". Trato de imaginar qué frase se le ocurriría a Carlos Alvarez si hubiera podido contárselo.

* Historiador