El ascenso del Córdoba CF

De abuelos a nietos: una infinita pasión en las calles de Córdoba

La afición cordobesista vive con euforia una estampa inédita para la mayoría al confirmar el ascenso a Segunda

La afición del Córdoba CF vive la final en la 'fan zone'

Víctor Castro

Manuel Á. Larrea

Manuel Á. Larrea

Habían imaginado el ascenso de mil formas. El marcador de la ida invitaba a pensar en heroicas resistencias y hasta en merecidas victorias. Por todas las fases emocionales que conllevan esos escenarios han pasado los cordobesistas este domingo. Córdoba se veía en Segunda División. Lo soñaba. Y el ascenso, entre los aficionados, comenzaba a coger forma desde antes del play off. Tras cada partido, se iba desbloqueando una nueva estampa: el gol de la final gritado en El Arcángel, la celebración en Las Tendillas, la noche mágica jamás vivida por las nuevas generaciones de blanquiverdes.

Todos esos momentos se vivirían y quedarían para la memoria si el Córdoba CF ganaba al Barça Atlétic como lo hiciera en la temporada 1970-71 al Hércules. Pero con la épica añadida de las grandes finales (remontada incluida), las que se juegan en el barro y dan sentido a los fracasos de los equipos humildes. Así ha sido: es el décimo ascenso. Diez son también los años que se cumplen, en esta fecha, desde el ascenso a Primera División con aquel gol de Uli Dávila en Gran Canaria. Y Córdoba ha vibrado en cordobesismo, dando libertad a sentimientos contenidos durante años. 

Celebración del ascenso en el césped de El Arcángel.

Celebración del ascenso en el césped de El Arcángel. / Manuel Murillo

Pasión: para bien y para mal

En Córdoba, el fútbol no se vive de otra manera. La pasión desenfrenada en la victoria. También en la derrota. Y a sus consecuencias hay que atenerse. Los mismos cordobeses han llegado a sorprenderse de la inédita escena. Miles y miles de blanquiverdes -más que nunca- han ondeado banderas al grito de "volveremos a ascender" a la llegada del equipo al estadio. Y desde horas antes. El sentimiento es herencia. Abuelos, últimos testigos del ascenso en la ciudad, dan el relevo a sus hijos y nietos, que han llenado las gradas este domingo.

La tensión ha ido en aumento a medida que se acercaba la hora del partido. Pancartas y banderas en los balcones pintaban de colores las calles. La superstición se adueñaba de quienes conservan en la memoria esa amarga sensación de las caídas. Y la escalera a la fuente vallada de las Tendillas ponía nervioso a más de uno. Síntoma evidente del histerismo que suscitaba imaginar al Barça B ascender en El Arcángel. Y, sobre todo, al Córdoba CF toparse de nuevo con la 1ª RFEF tras los méritos acumulados.

'Infierno verde'

La imagen de la puerta 00 quedará para los álbumes del club. Entre las nubes blancas y verdes, miradas al cielo: "Seguiremos sonriendo a la pelota por ti, Álvaro". Un motivo más para dejarse el alma, como Toril sobre el verde. Los jugadores han caminado entre un cielo de bufandas y bengalas. El 'infierno verde', temían en Cataluña. Se espereba un gran recibimiento a la plantilla. Pero la realidad ha superado todas las expectativas. Los hinchas se han esforzado por dejar a un lado la rivalidad y centrar la atención en apoyar al Córdoba. Esas rencillas entre vecinos de butacas son una muestra de las tantas de esa pasión infinita y desenfrenada.

Así recibió la afición del Córdoba CF al autobús del equipo en El Arenal

Así recibió la afición del Córdoba CF al autobús del equipo en El Arenal / Manuel Murillo

"Nunca había visto algo así, es de locos", comentaba antes del partido Antonio, un cordobesista que llegaba a los aledaños con su pequeño enfundado en una camiseta de Ghilas. Los últimos recuerdos no se comparan: "El ascenso a Primera fue muy, muy bueno. Llevabamos mucho sin tener una alegría, pero hoy va a ser histórico". ¿Va a ser? "Yo creo que sí, pero hay que tener mucho cuidado, ya veremos", decía el cordobés.

Tenía razón. Antonio se aleja y se pierde en una marea de camisetas blanquiverdes. La fan zone se ha quedado chica y daba la sensación de que, fuera cual fuera su tamaño, se hubiera llenado. Los grupos de amigos brincaban con la música desde primera hora de la tarde. Música (la Potra Salvaje será himno popular al menos hasta la próxima temporada) y mucha cerveza han animado la celebración previa. "Hemos ido a comer y no sabemos cómo acabaremos", señalaba Javier. "En las Tendillas, esperemos", añadía Gonzalo. Los dos amigos caminaban, sin camiseta, bajo el sol de 36 grados hacia los pies de El Arcángel.

La afición del Córdoba CF vive la final del play off en la Fan Zone, en imágenes

La afición del Córdoba CF vive la final del play off en la Fan Zone, en imágenes / Chencho Martínez

Euforia dentro y fuera

Y, allí, cuando El Arenal se ha ido despejando porque las filas de fieles caminaban hacia el interior del feudo blanquiverde, han quedado familias y grupos de jóvenes siguiendo el partido en la pantalla gigante. O, incluso, de oídas, pero con su gente. Los más precavidos, con sillas y neveras por una jornada que podía extenderse a los 120 minutos. Con el gol del Barça B, lejos de enmudecer, los cordobesistas se han venido arriba. Y el primer gol de Toril ha desatado la locura. Abrazos y saltos, un jaleo que se mezclaba con la fiesta que salía del reino.

Durante los 90 minutos, el estadio ha extendido su zona de influencia varios metros más allá, hacia la ciudad. El Arenal ha actuado como un hervidero. Miles y miles han sumado sus voces a los cánticos de los aficionados que, dentro, se han desvivido en tiempo real hasta el pitido final. Un momento que, lejos de poner fin al episodio histórico que vive el club y la ciudad, no hace más que dar inicio a la celebración.

El cordobesismo ha rugido y ha sonado más allá de la Ribera. Los primeros petardos, los incesantes pitidos. Córdoba está de fiesta, la alegría inunda las calles y resulta difícil no expresarla. El Arcángel se ha ido vaciando y los cánticos han resonado por toda la ciudad. Por los puentes y paralelos al río han discurrido los cordobesistas. Algunos han emprendido rumbo al centro de la ciudad para encontrarse con todos esos que han vivido la pasión desde los distintos rincones de la capital. Otros han puesto fin a una intensa jornada que cierra la temporada liguera. Dormir, van a dormir poco. Mejor soñar despiertos.