Entrevista | Eusebio Calonge Dramaturgo y director de La Zaranda

"La tradición se encuentra en la columna vertebral del arte, en el legado de quienes entregaron su vida al arte"

La jornada inaugural de la Feria de Palma estuvo marcada por la entrega del Premio Salvador Távora a toda una trayectoria al director de La Zaranda

Eusebio Calonge.

Eusebio Calonge. / CÓRDOBA

Diario CÓRDOBA

Diario CÓRDOBA

Lleva dos días respirando teatro. Eusebio Calonge no puede atendernos antes porque está acompañando a un alumno en el proceso de subir una idea al escenario. “Es un contagio. El arte es una enseñanza que te tiene que apasionar porque lo que no te llega no permea. Es una pasión que queda ardiendo en ti, una vocación. Siempre le pido a mis alumnos que sean fieles a lo que sueñan. Que no se rebajen por el mercado o por los embudos de la burocracia, que no rebajen sus sueños. Que mantengan la dignidad del oficio y que sean fieles a lo que esperamos dar al teatro y a lo que el teatro espera de nosotros”.

-Todo un reto en la era de las eras de las plataformas de televisión.

-En la era de las plataformas y de la Inteligencia Artificial que resulta una amenaza para los guionistas. También se decía que el cine iba a acabar con el teatro como la fotografía iba a acabar con la pintura. Y no fue así. El hombre necesita verse en carne y hueso, y eso no lo puede sustituir ninguna pantalla. Ese verse el hombre es ver la sociedad que cruza y el mundo que habita. Lo otro son productos ilusorios y campañas atroces desde el poder para direccionar el pensamiento de la gente. Toda esta época pasará y el teatro quedará para acompañar al hombre a sus abismos y mostrarle lo que es, lo que somos y lo que seremos. Eso no lo puede abolir ninguna tecnología.

"Qué sería del teatro sin la tragedia griega, si no conociéramos a Shakespeare, nuestros Autos Sacramentales, el Siglo de Oro, sin la estela de nuestros clásicos"

-¿Esos valores universales permanecen en la tradición del teatro?

-Creo que la tradición se malinterpreta de forma recurrente porque se identifica con un costumbrismo estéril. La tradición se encuentra en la columna vertebral del arte, en el legado de las personas que entregaron su vida al arte. Qué sería del teatro sin la tragedia griega, si no conociéramos a Shakespeare, nuestros Autos Sacramentales, el Siglo de Oro, sin la estela de nuestros clásicos. Cómo hablar de teatro andaluz sin recordar a Lorca, pero también, a Martín Recuerda al que ya nadie monta y que tiene grandes textos. Nuestra columna vertebral es la tradición, el eje desde el que podemos mover la realidad. Tenemos que conocer nuestro origen para saber lo que somos y establecer las coordenadas que orientarán nuestro futuro. Tenemos que prestar atención a la herencia de quienes le fue arrebatada la voz, no como exequias del pasado sino como reflexiones que aportan a nuestro oficio hoy. Reflexiones universales llevadas a los escenarios allende los tiempos que mantienen toda su vigencia.

-¿La Vida es sueño?

-Soñar está en el origen del hombre. Lo que nos lleva a perdurar son los sueños. El hombre debe soñarse en ese camino que no se encuentra trazado y que dignifica su recorrido. Hoy resulta todo tan pragmático que hasta hemos abolido los sueños. Parece que hablar de sueños es algo romántico, pero qué haríamos los creadores si no soñásemos con nuevas obras, con esa obra que siempre debemos al mundo. Es una posición, una obligación de andar hacia delante, algo como muy quijotesco que permanece en el alma de nuestra cultura.

"Si seguimos vivos, como sigue viva la Feria de las Artes en Palma, es porque hubo una rebeldía instintiva y mucha batalla, sobre todo, cuando nos han querido silenciar"

-¿Es La Zaranda la concreción de un sueño?

-Cuando a mí o a alguno de los miembros de La Zaranda nos dan un premio o homenaje, lo recibimos todos porque es el gran beneficio de una compañía, un alto en nuestro camino compartido y que celebramos todos. Fuimos sembrando ideas en la que creíamos, erigiendo esos sueños, y ahora vienen generaciones que recolectan. Cuando empezamos con la compañía, cuando empezaba la Zaranda, en la propia Andalucia nos preguntaban por qué hablábamos así, se referían a nuestro dialecto. Eso ha cambiado, para bien y son las muchas compañías en Madrid que se pueden expresar como son. Eso es fruto del trabajo que emprendió mucha gente antes, como Juan Bernabé o el propio Tavora. La Zaranda recoge el legado de generaciones anteriores para seguir sembrando. Las nuevas generaciones se vienen fijando en eso, como también se fijan en que no hay que esperar a recibir una subvención para realizar el montaje que quieres hacer. Eso no debe ser una cortapisa. Si seguimos vivos, como sigue viva la Feria de las Artes en Palma, es porque hubo una rebeldía instintiva y mucha batalla, sobre todo, cuando nos han querido silenciar. Y esa pelea sigue viva, no solo contra quienes han sido partícipes de esa censura encubierta, en que no se necesita prohibir basta con no programarte, a veces con toda la maquinaria burocrática que ostentan en tu contra, con los años también es una pelea contra nosotros mismos, por mantener viva la tensión de un lenguaje y esto sólo se mantiene rompiendo con lo que el paso del tiempo convierte en fórmulas, en tedio, en conformismo. 

Momento de la entrega del premio a Eusebio Calonge.

Momento de la entrega del premio a Eusebio Calonge. / CÓRDOBA

Estar vivo es mantener esa mirada, ese camino que te queda por recorrer citando a otro andaluz universal como Machado"

-¿Cómo permanece vigente esa lucha?

-Ahora es momento de escuchar lo que nos quiere decir el teatro, que es lo que nos renueva constantemente. Seguimos trabajando, buscando nuevos hallazgos en nuestro lenguaje propio, arriesgando. El teatro va a seguir. Mi nombre se perderá como se perderá el de La Zaranda, porque cuando alguien te monte o cite tu obra en el futuro ya no será nuestro tiempo sino de quien lo hace propio y no debe preocuparnos. Ahora tampoco pienso solo en lo que hemos hecho sino, sobre todo, en lo que nos queda por hacer, eso es lo que nos inquieta, en todo aquello que quizás no nos dé tiempo a expresar. Ese desgarro en que siempre se crea la obra. Estar vivo es mantener esa mirada, ese camino que te queda por recorrer citando a otro andaluz universal como Machado.

Este premio significa un abrazo, similar al que le di a Salvador Távora al recoger el mismo galardón que ahora lleva su nombre"

-¿Cómo valora el Premio Salvador Távora de esta edición del Palma Feria de las Artes a toda su trayectoria?

-Este premio significa un abrazo, similar al que le di a Salvador Távora al recoger el mismo galardón que ahora lleva su nombre. Este premio que me hace sentir parte del caudal infinito de hombres y mujeres que formaron el teatro en Andalucía y de todos los que vendrán haciendo que este rio se desborde en el tiempo. Quiero reconocer hoy lo que no hice, lo que no pude hacer, lo que debí dar y ya nunca entregaré. Junto con La Zaranda soñamos un teatro que se dirigiese a todo el mundo, nada de modas ni estudios de marketing sobre la taquilla. Soñamos con un teatro que se expresase con completa libertad más allá de los legisladores y burócratas. Soñamos emociones elevadas y no la chabacanería y la frivolidad que salpica hoy a la cultura. Soñamos un teatro que no fuese un arte desaparecido en un mercado de vanidades, de ocio y de propaganda. Batalla perdida que solo con emprenderse supone motivos para vivir. Encontrar los rescoldos del fuego sagrado es la esencia del dramaturgo, rescatar las palabras de quienes no tuvieron voz.  Este premio significa abrazar a Juanito de La Zaranda, que tanto quiso a esta feria en la que no conoció ni la noche ni el día. También a Ortiz, que nos ayudó a montar carretada tras carretada de arena de aquella exposición. A todos los que hacen posible que el hombre pueda seguir mirándose en el gran teatro del mundo dignificando este oficio y, particularmente, a Ramon Lopez, a Pepe Rey y a todos los que hacen de este equipo todo un elenco.

-¿Existe un paralelismo entre el festival y La Zaranda?

-Palma nació junto a La Zaranda, cuando no existía allí un edificio para hacer teatro y hacíamos las representaciones al aire libre, en sillas de madera. Mis primeros recuerdos son de noches memorables con Ramón López y su equipo, cuando Andalucía era un erial dramático, cuando había compañías pero todo estaba muy desarticulado. Palma siguió en pie incluso cuando quisieron arrebatarle su Feria que hasta entonces había sido un semillero Por aquí pasó siempre La Zaranda y el trabajo de mucha gente. Porque cuando vienes a Palma sabes que el del kiosko, la ferretería y no digamos los bares, sabes quién eres y que trabajo traes. Aquí el teatro ha calado en el pueblo que es el sentido último de un festival. No se quedan en un cartel vacío sino que trascienden hasta cobrar todo el sentido del término mismo del teatro que debe ser el de llegar a todo el mundo. En esa briega, La Zaranda tuvo sus contiendas, sus tiempos en los que todo era muy complicado, casi supervivencia. Pero aquí seguimos, la Feria y nosotros, el teatro sigue. Está vivo en Andalucía a pesar de una gestión tan pobre. Aquí hay un gran talento que no encuentra salida. Los teatros públicos deben buscar ese talento, en gente que comienza, es fundamental, pensar en el futuro de nuestro teatro, de nuestra cultura, no en las filas de butacas que se venden. Palma fue algo que transformó ese erial con compromiso, con búsqueda de lenguaje y con riesgo, y fíjate, ha consolidado un modelo de teatro que cala en el público y trasciende los cortos criterios de muchos programadores. Aquí es frecuente ver un teatro que trasciende, que busca la belleza y la reflexión. Quizás no cambiemos la sociedad, pero compartimos con el público la necesidad de soñarnos de otro modo.

-Decía Lorca que al público se le podía enseñar.

-Al público se le puede orientar y lo conseguía en los tiempos de La Barraca. Después de 47 años volvemos con La Zaranda a sitios pequeños donde la gente te espera, aunque no seamos caras conocidas del zapping televisivo, porque saben que traemos un trabajo consolidado en miles de escenarios de todo el mundo, más allá de modas, de intereses mediocres, que pretende apartar al público de esa reflexión, "¿Cuál es el sentido de la vida?”. Porque el teatro interroga al hombre cuerpo a cuerpo, y el hombre que de verdad vive siempre tendrá sed de ello.