43 Festival de la Guitarra

Rozalén abraza a Córdoba en una noche de emociones

Calexico y Ali Kattab muestran la belleza de dos estilos musicales muy distintos con el punto en común de haber nacido del mestizaje

Rozalén en el Festival de la Guitarra de Córdoba

A. J. González

Araceli R. Arjona

Araceli R. Arjona

El Festival de la Guitarra de Córdoba vivió este jueves una noche muy especial en La Axerquía. El calor intenso («qué frescura siempre en Córdoba, pero pruebas una miaja de salmorejo y se te pasa», bromeó) no impidió que Rozalén abrazara bien fuerte a su público con un concierto tan cargado de emociones como su último disco, El abrazo, que consiguió el propósito que ella se ha marcado en esta gira de «vaciar y llenar» a los asistentes. La voz melódica de la albaceteña, capaz de entonar igual unas sevillanas y una jota (ya lo demostró en el anterior Matriz) o un rap, empezó a sonar en el teatro a la hora convenida con unos temas que pese a contener letras íntimas, basadas en hechos muy personales como la muerte de su padre y su abuela o el nacimiento de su sobrino, despiertan emociones universales, multiplicados en un concierto. 

Desde que se fue desgranando en singles, este disco ha sido un bálsamo para muchas personas que han sufrido una pérdida personal aunque también ha insuflado optimismo en muchas rupturas y alegría con los temas más optimistas. Tras una introducción sobre el mecanismo que produce el abrazo y la oxitocina, Rozalén saludó a Córdoba y la música empezó a sonar con el tema que abre el álbum, Lo tengo claro, una canción de amor que dio paso a otras dos canciones del disco, Sácame la pena y Te cuidaré de lejos, esa canción dedicada a una expareja que da una lección de cómo una ruptura sentimental no tiene por qué suponer el final de la amistad o el inicio de una nueva forma de amor.

Durante el concierto, sonaron temas de otros discos, como los fandangos Te quiero porque te quiero y Es Albacete de Matriz, Y busqué de El árbol y el bosque, La puerta violeta de Cuando el río suena... y varios popurrís con algunos de sus hits como Girasoles.

Acompañada por Beatriz Romero, su intérprete de lengua de signos, que siempre viaja con la banda, Ismael Serrano, Samuel Vidal y Oliver Martín con las guitarras, Goyo García al bajo, Teté Moragón en la batería y Álvaro Gandul al piano, la artista se abrió en canal haciendo un recorrido biográfico a través de sus canciones y sus emociones, que puso en muchas ocasiones la piel de gallina a los presentes, conmovidos por la potencia del directo y por la empatía que desprende la psicóloga a la hora de expresarse. «He perdido a mi abuela hace poco, llevo un mes escuchando en bucle este disco y lo mismo me pongo a llorar que me río, es fantástico», explicó una joven de Carmona que se desplazó a Córdoba para asistir a este concierto. Tema tras tema, con «momento sofocón» incluido, fue trenzando el repertorio más reciente de la artista, que cada vez abarca más géneros y ritmos. En los bises, Rozalén interpretó Llévame, La puerta violeta y completó el catálogo de amores con Todo sigue igual, una receta de amistad de larga duración en la que sugiere la importancia de «amar el momento y crear recuerdos». Nada mejor que la música para amansar las fieras pero también para acariciar las almas.

Calexico

La jornada festivalera tuvo otra cita sobresaliente con Calexico, la banda de indie folk rock compuesta por Joey Burns, John Convertino, Sergio Mendoza, Brian López, Jacob Valenzuela y Martín Wenk que ofreció un concierto de lujo y policromía instrumental suprema. La música empezó a sonar con El Mirador, título que da nombre al álbum con el que giran, y La cumbia del polvo y a partir de ahí se fue cargando de matices y texturas propias de una música mestiza que, en su caso, brota de la frontera de Estados Unidos con México.  

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La banda de indie folk rock Calexico, en el Gran Teatro. / A. J. GONZÁLEZ

Cuesta escuchar una banda como esta, con tanta potencia, sentado en una silla, seguir la música moviendo únicamente los pies y la cabeza, pero es lo que había. El de Calexico fue, sin duda, uno de los conciertos más compactos de esta edición, con gran despliegue de guitarra y enorme riqueza simbólica y musical, algo que el público de Córdoba, que prácticamente llenó la sala y al que Joey saludó efusivamente, supo saborear y apreciar en su justa medida. Con Flores y tamales, el público se puso en pie y con los bises, cuando salió al escenario el guitarrista Panki, se rindió al aplauso. Next time, en La Axerquía.

Ali Kattab

El guitarrista egipcio Ali Kattab, en la Casa Árabe.

El guitarrista egipcio Ali Kattab, en la Casa Árabe. / A. J. GONZÁLEZ

El tercer momento de la noche se vivió en Casa Árabe, con el egipcio Ali Kattab, un guitarrista precoz que conjuga las raíces de su tierra con el flamenco creando un sonido único muy bello que suena tanto a Oriente como a Andalucía. Una delicia. 

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