43 Festival de la Guitarra

Sara Baras ‘vuela’ con su arte haciendo soñar a lo grande a Córdoba

Sara Baras y su equipo brillan en un espectáculo único y lleno de belleza

Ella y una guitarra. Una guitarra y ella. Así comenzaba el espectáculo que este viernes dejó sin aliento a Córdoba. Y es que aunque ya con eso hubiera sido más que suficiente, la noche solo fue a más y a más en una velada que quitó por completo el sentío y que tocó todas y cada una de las emociones posibles.

Unos músicos excelentes y un cuerpo de baile que enamoró por completo acompañaron anoche a una de las grandes en el escenario. Por su parte, el público contenía el aliento a cada paso y el silencio sepulcral entre las butacas solo se rompía para arrancar a aplausos algunas de las mayores ovaciones que jamás se han escuchado en el Gran Teatro de Córdoba.

Un viaje de emoción y sentimiento del que nadie se quería bajar, y es que anoche se debería de haber considerado delito tener que dejar atrás esos asientos que hicieron soñar y emocionarse hasta la lágrima a los cientos de personas que llenaron uno de los teatros más míticos y bonitos de la ciudad de Córdoba en el último fin de semana de la 43ª edición del Festival de la Guitarra

El espectáculo estaba cuidado al mínimo detalle y Sara Baras, coreógrafa y directora del mismo, brilló como nunca con su baile gracias a esa garra mezclada con sensibilidad que tanto la caracteriza, además de un duende y personalidad tan únicos a los que es prácticamente imposible ponerle palabras. 

Con todo a favor

Todo anoche jugaba a favor del espectáculo, desde unas luces que aportaban la intensidad necesaria en el momento adecuado y la intimidad más pulcra, hasta un vestuario que jugaba en todo momento con las sensaciones y hacía volar por completo el imaginario. Llegabas a sentir gracias al mismo las olas del mar cuando de este se estaba hablando y llegó a pintar de color el escenario en los momentos indicados para volar al compás de tanto arte. 

La guitarra, cómo no, fue elemento fundamental y siempre estaba presente en el escenario, recordando a Paco de Lucía, ya fuera a través de las luces que hacían similar las seis cuerdas de la misma, o de las seis bailarinas que anoche brillaron. 

Por otro lado, todos los sentidos estaban presentes y alerta, y es que, en el acto en el que representaban a la muerte, mientras estabas embelesado con lo que estaba sucediendo en el escenario, de repente un olor al incienso más puro te embriagaba y te atrapaba aún más dentro de esa bonita historia, de ese viaje que ojalá nunca hubiera llegado a puerto.

Y es que fueron más de dos horas de espectáculo en las que todos los presentes en el escenario se dejaron cuerpo y alma para que todo saliera a la perfección, y que, sin duda, se hicieron cortas tanto para el público como para los artistas que anoche dejaron sobre aquel escenario una de las obras de arte más bonita jamás vista. 

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