Opinión | cielo abierto

Somos Puy du Fou

«Puy du Fou podría montarse en Córdoba a partir de su historia»

Somos Puy du Fou. Somos Lópe de Vega saltando sobre el fuego de la ciudad encendida una noche de agosto. Somos el escenario, su patio de comedias convertido en un barco con todos los contornos de la noche; somos también la ruta de Colón y su diario a bordo de sí mismo, somos esas tormentas que nos caen en cascadas marinas tan furiosas camino de Cipango, aquel Catay que viera Marco Polo y prefiguró el grito de América. Somos también el vuelo de las aves, esa cetrería en movimiento cortando el aire raso de la tarde. Somos Recaredo al atacar el misterio dorado de Sorbaces, con su cáliz de luz. ¿El sueño de Toledo aún es real? De los parques posibles, ninguno como Puy du Fou para armar el espejo de un país en todas sus edades. Qué majestuosidad en los escenarios, qué puesta a punto de una inteligencia que aúna culturalismo y espectáculo, que nos hace vivir con Rodrigo Rui Díaz, de Vivar Campeador, la lucha por salvar su libertad de los tiranos en distintos credos. Todos los caballos al galope, una mujer que llora cuando España enfrenta a sus hermanos. Puy du Fou es mucho más que un parque temático: es un modelo de negocio digno de importar y asimilarse. Somos Puy du Fou cuando estamos allí y también mucho después: aquello es una mezcla de Errol Flynn y nuestro Siglo de Oro. Es Cervantes en ciernes, es una ciudad como Toledo que se levanta esbelta sobre el río ardiente entre generaciones. Sales de allí pensando: qué Puy du Fou podría montarse en Córdoba a partir de su historia, que es el sol de un mundo al apagarse, con esa luz cambiante de Averroes a Maimónides, y pasando por Osio, por Séneca y Lucano: la erudición ha de asociarse a la dignidad interpretativa, o caes en el circo. Sales de Puy du Fou y te dan ganas de volver a leerte todo Lope igual que los Machado en el Ateneo de Madrid. Somos Puy du Fou: cuánta noche espectral, cuánta belleza en un anochecer rojo. Puy du Fou es viajar de verdad en el tiempo, o traer el pasado a la emoción.

*Escritor 

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