Opinión | Hoy

Sigo asesinada

Acabo de ser asesinada de nuevo. Nunca pude imaginar que hallaría la paz de esta manera. He dejado de oír vuestras palabras, tan cargadas de promesas; vuestras mentiras, tan cargadas de apariencias. Ya no tendré que sufrir más vuestros teatros, ni vuestras leyes para protegerme, ni vuestras políticas oportunistas. Ahora todo está claro: el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Yo descanso. Vosotros, en la dulce comodidad de vuestro lenguaje inclusivo, vuestros programas educativos, vuestras manifestaciones, y así tapáis vuestra inutilidad para evitar mi vivir asesinada y otra vez asesinada. Es vuestra forma de blanquear vuestra mentira. Pero yo ya descanso. Sufrir vuestra continua falsedad me producía un insoportable miedo, porque vosotras y vosotros nunca sabréis lo que es el miedo de vivir acosada en soledad, y que mi asesino se ría de vuestros planes para protegerme y de vuestras leyes si se acerca a mí. Ahí os lo dejo, tan vivo y tan risueño, y con mi regalo de que ya no tenéis que preocuparos por mí, porque ya he dejado de ser hasta un problema. Por mí, podéis seguir reuniéndoos, manifestándoos, organizando actos solidarios. Yo ya me he librado de vuestras falacias. Lo único que lo siento es por mis hijos, pues ni siquiera conocéis el sufrimiento de una madre. Desde este lado de mi asesinato, los veo junto a mí, también asesinados. Me miran y os miran. No dicen nada, no preguntan nada; sólo miran en silencio, porque de ellos han sido siempre todos los porqués. Yacen tendidos sobre vuestra conciencia. Pero esto a vosotras y a vosotros no os inquieta, porque no tenéis conciencia. Sólo una madre sabe el sentimiento de perder así a un hijo. Este dolor sí que me sigue asesinando.

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