Opinión | Tormenta de verano

Pasión balompédica

Hemos recuperado la ilusión por aquella selección del 2010 que nos hizo creer en nosotros mismos

Durante unas horas las calles del país quedaron desiertas, se prepararon grandes pantallas por doquier para seguir el evento que estuvo presente en la mayoría de hogares. La cuota TV alcanzó al 78,8 % de espectadores. No hay acto social, económico, político o cultural, que alcance la intensidad e interés que despertó la final de la Eurocopa de fútbol. Se podrán criticar muchos aspectos del deporte rey como la invasión de los petrodólares, las corruptelas que lo rodean, el mal ejemplo de ciertos directivos, el pulso entre negocio y deporte, o el espectáculo incívico de algunos hooligans. Pero es indudable que el combinado español, como reconoció el propio Jefe del Estado, aporta grandes valores en nuestros días: «Toda España está orgullosa de vosotros». Partido a partido hemos recuperado el amor por aquélla selección del año 2010 que nos hizo creer en nosotros mismos. Luis de la Fuente nos recuerda la categoría humana y profesional de Vicente del Bosque. Es la magia del fútbol que, al final, depende de que el balón entre en la portería.

Aunque sea efímera, recuperamos esa ilusión que falta nos hace. De las pocas cosas que aún nos unen frente a tanta polaridad. El éxito de la selección, ajena a esos clubes multimillonarios, pasa hoy por no estar monopolizada por 2 ó 3 equipos de la liga, sino que fueron convocados jugadores de 15 entidades distintas. Otro es la meritocracia que representa dando oportunidad a los mejores, vengan de donde vengan y sea cual fuere su edad. Otro logro es ver a personas de toda procedencia y rincones del país arrimando el hombro bajo los mismos colores y bandera, cuando tanto se resalta el «hecho diferencial» evidenciamos que nos hacemos grandes cuando todos sumamos. Es un trabajo de equipo, que no está dirigido para servir a la individualidad de una mega estrella sino que todos tienen su parte alícuota de responsabilidad en defensa o ataque: 10 futbolistas marcaron en 7 partidos. Y su «buen rollo» y ambiente familiar que contagia.

Son ídolos para pequeños y adultos. De acuerdo con que también debieran serlo científicos, emprendedores, médicos o intelectuales, sin desmerecer otras profesiones. Todo ello, sin pedirles que nos entretengan también fuera del estadio y monten un espectáculo al gusto de todos, porque a eso no se dedican.

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