Actualidad blanquiverde

¿Quiénes han sido los protagonistas del ascenso del Córdoba CF a Segunda?

El análisis de los 29 jugadores blanquiverdes que han logrado el regreso al fútbol profesional bajo las órdenes de Iván Ania

Los futbolistas del Córdoba CF celebran un gol de este curso en El Arcángel.

Los futbolistas del Córdoba CF celebran un gol de este curso en El Arcángel. / A.J. GONZÁLEZ

Miguel Heredia

Miguel Heredia

Cerrado el curso regular, también la fase de ascenso, con su consecuente desenlace, el Córdoba CF de Iván Ania ha hecho uso y gala de un total de 29 jugadores a lo largo de la temporada. Un plantel algo corto, aunque definido, con múltiples alternancias en la titularidad y la aportación de perlas efervescentes desde el filial, que han colaborado a la hora de elaborar una ecuación sobresaliente. Entre altas calificaciones, a notables, pasando por suficientes e incluso alguna que otra desilusión, de este modo, se ha manejado uno de los vestuarios más productivos de todo el campeonato, también del play off, a lo largo de un ejercicio 2023-2024 en Primera Federación que ha tenido de todo para los de blanquiverde, incluso el premio del ascenso. ¿Cómo le ha ido a sus protagonistas?

Carlos Marín

El cierre en la retaguardia y una pieza capital en cada conquista, la clasificación a la fase de promoción, al igual que en el grueso del curso. Volvió a ser determinante e incluso quedó segundo en la carrera por el Zamora del Grupo 2 el meta almeriense durante su tercera campaña defendiendo los intereses de El Arcángel, también con un centenario como blanquiverde de por medio. Un buen puñado de porterías a cero ha dejado en su saldo, precisamente, más cuantiosas actuaciones significativas y paradas para el recuerdo. La fase de ascenso fue una continuación de su gran momento. Cumplió y brilló en los instantes de mayor necesidad y fue un verdadero sostén para las aspiraciones califales. Crucial en el play off.

Carlos Marín encabeza una salida de balón durante la visita a la Ciudad Deportiva Wanda de Majadahonda.

Carlos Marín encabeza una salida de balón durante la visita a la Ciudad Deportiva Wanda de Majadahonda. / LOF / CCF

Lluís Tarrés

Estuvo cuando se exigió. Tan solo tuvo tiempo de aportar en la cancha durante tres encuentros, entre los que encajó tres goles. Cuando Marín no estaba disponible, el catalán respondía, también en el día a día. Ha sido crucial en la rutina del equipo a lo largo de la temporada, igualmente con una labor conciliadora y necesaria incluso más allá del terreno de juego. 

Lluís Tarrés durante su titularidad ante el Algeciras en El Arcángel.

Lluís Tarrés durante su titularidad ante el Algeciras en El Arcángel. / manuel murillo

Carlos Albarrán

Entre grandes noticias, el de Badalona ha sido uno de los fichajes del año. Llegó procedente del Algeciras y su rendimiento ha sido inmediato. Encadenando otro año bajo la tutela de Iván Ania, su aportación ofensiva se antoja clave dentro de un curso en el que la producción goleadora ha sido una actividad coral en la plantilla. Cuatro de dichos tantos han llevado su firma, con sello puesto en citas trascendentales como el choque en El Arcángel ante el Málaga o la ida frente a la Ponferradina de semifinales del play off. También ha sido un fijo en el lateral diestro, en el que igualmente ha dejado una actuación más que aseada en la parcela defensiva. 

Carlos Albarrán celebra un gol con el Córdoba CF durante el curso.

Carlos Albarrán celebra un gol con el Córdoba CF durante el curso. / LOF

Adrián Lapeña

De menos a más, ha sido otro de los grandes nombres de la temporada. No dudó a la hora de recoger el testigo y liderar la defensa tras la baja de Dragisa Gudelj, al que sucedió como santo y seña de una zaga inexpugnable durante muchas etapas del curso. Un total de 24 jornadas de imbatibilidad, interrumpidas por la derrota en casa ante el Castilla, respaldan su papel mano a mano con el resto de zagueros, además de una mención más que notable de su aportación ofensiva, principalmente a balón parado, con el postrero tanto ante el Ceuta todavía en la retina y el pavor constante despertado en los defensores cuando el riojano enfilaba el arco contrario en busca de rematar algún servicio aéreo, ejecutado en su búsqueda por sus socios habituales a balón parado.

Adrián Lapeña conduce el esférico durante el encuentro en Ceuta.

Adrián Lapeña conduce el esférico durante el encuentro en Ceuta. / LOF

José Antonio Martínez

Dejó destellos y muestras de calidad que invitan al optimismo de cara al futuro, aunque no logró despegar del todo. Entre lesiones, molestias y semanas de adaptación se ha traducido el ejercicio para el palmerino desde su llegada durante el pasado mercado de fichajes invernal, una vez cerrado su paso por la máxima categoría estadounidense. Le costó entrar en dinámica del equipo, aunque una vez recogió la batuta de la titularidad se desenvolvió con una solvencia casi alarmante. Prácticamente no acusó la falta de ritmo una vez incorporado al verde, también dejó buenas intervenciones defensivas, aunque no tanto pudo aportar en el play off y su itinerario, que se perdió al completo.

José Antonio Martínez espera un balón aéreo durante el cruce casero ante el Alcoyano.

José Antonio Martínez espera un balón aéreo durante el cruce casero ante el Alcoyano. / A.J. GONZÁLEZ

Matías Barboza

Llegó como un recurso de urgencia y acabó siendo un seguro de presente y futuro. El canterano, que comenzó el año en el Córdoba CF B, rompió el techo del primer equipo en el momento justo para deslumbrar. Desde primera hora sorprendió con su madurez y talento precoz, casi contrastes de su juventud, sellando grandes actuaciones y una seriedad pasmosa para su edad. No tardó, en esa línea, en colocarse como un fijo dentro del esquema de Iván Ania, al igual que de ganarse una renovación a pulso, y con pleno derecho, como perla de la entidad blanquiverde -se teorizaba con el interés de otros clubes por sus servicios- por una temporada más, junto a otra opcional.

Matías Barboza ejecuta un pase durante la ida ante el Barça Atlétic.

Matías Barboza ejecuta un pase durante la ida ante el Barça Atlétic. / manuel murillo

Carlos García

No llegó a despuntar. El defensor cedido por el Cádiz, con el que se había fogueado en pretemporada -participó en el Trofeo Puertas de Córdoba en El Arcángel defendiendo la casaca gaditana-, no encontró demasiado espacio para brillar como blanquiverde. Alternó titularidad durante los primeros compases ligueros, aprovechando ciertas dudas en el arranque de Lapeña para abrir el debate en el once. La irrupción del riojano le devolvió a un papel de revulsivo, mientras que la llegada de Martínez, así como la de Matías, acabaron relegando al catalán a un rol más secundario. Cumplió, relativamente, cuando se le exigió, aunque sin incidencia excesiva en los planes del equipo. Anotó un gol.

Carlos García persigue el balón durante la cita ante el Linares Deportivo en El Arcángel.

Carlos García persigue el balón durante la cita ante el Linares Deportivo en El Arcángel. / Francisco González

Dragisa Gudelj

Tan solo pudo cubrir un cuarto de campaña, aunque lo hizo con nota. Desde su regreso en pretemporada hasta su segundo episodio de desvanecimiento, ocurrido en Melilla, el central serbio-neerlandés asombró con su fortaleza y decisión. Recuperó su mejor versión con una rapidez inusitada. Volvió a colgarse el cartel de líder de la retaguardia y su salida de balón, oficio, valentía y velocidad pronto volvieron también a ser motivo de elogio y regocijo en El Arcángel. Otro episodio cardíaco truncó su evolución, con un consecuente paso al lado después -para liberar su ficha sénior a otra incorporación- de 15 jornadas disputadas. Tampoco dejó de apoyar al equipo desde fuera del campo, siendo asiduo a las citas caseras en el Reino y un refuerzo constante, con dedicatorias varias, a través de redes sociales, sobre todo en la recién concluida fase de promoción. Fue uno más junto a sus compañeros en el recibimiento previo a la final con los culés.

Gudelj se apropia del esférico durante el choque en El Arcángel ante el Mérida.

Gudelj se apropia del esférico durante el choque en El Arcángel ante el Mérida. / CCF

José Calderón

Un curso más volvió a ser fundamental el paradeño. La banda izquierda blanquiverde es suya y, cuando no está, el equipo lo nota. Se manejó bien para evitar las lesiones, tampoco acusó en exceso las amonestaciones y se fortaleció en la faceta defensiva, aunque en ocasiones no estuvo tan afilado en ataque. Con todo, acabó haciendo tres goles, con el firmado en Melilla, de bellísima factura, como el antecedente más dulce en su galería. Se las vio con atacantes de alto nivel en el play off, aunque una vez más volvió a resolverse de forma adecuada, así como formando una dupla inquietante de mediocampo hacia adelante con Adilson Mendes, en el que encontró el socio perfecto. El tanto de Toril en la vuelta de la final de ascenso ante el Barça Atlétic, además, llevó su firma en la asistencia.

José Calderón se lleva las manos a la cabeza tras una acción en la visita al Castellón.

José Calderón se lleva las manos a la cabeza tras una acción en la visita al Castellón. / Francisco fernández

Iván Rodríguez

Fue el apagafuegos particular de la defensa. Si algo fallaba, ahí estaba el malagueño. Siempre cumplió y, en ciertos tramos, con nota elevada. Nunca desentonó y fue un recurso altamente explotado por Iván Ania a lo largo del campeonato, si bien reservado a una función menos protagonista. No era extraño incluso verlo de extremo en los tramos finales de según qué partido, aportando veteranía y entrega defensiva para echar el cerrojo cuando era requerido. Tuvo tiempo de estrenarse de cara a puerta, sumando un gol fundamental en la penúltima jornada ante el Ibiza que sirvió para asegurar matemáticamente la segunda plaza antes de entrar a la carrera por el ascenso. 

Iván Rodríguez se marcha de la marca de un rival durante el partido en Ibiza.

Iván Rodríguez se marcha de la marca de un rival durante el partido en Ibiza. / LOF

Álex López

El canterano pudo actuar con cuentagotas por las lesiones, aunque cuando dejaron cierto alivio supo brillar. Se presenta como otro de los grandes refuerzos del proyecto cordobés del futuro si mantiene su progresión, seria y aplicada atrás y atrevida e intimidante en labores atacantes. Su envergadura le asegura protagonismo en la zaga, mientras que su verticalidad y velocidad prometen dar que hablar en poco tiempo. Ha sido otro de las grandes apuestas de Iván Ania este año, en el que el de Montemayor también debutada por primera vez en el filial, a la corta edad de 18 años.

Álex López conduce la posesión durante el pleito ante el Algeciras.

Álex López conduce la posesión durante el pleito ante el Algeciras. / manuel murillo

Adrián Vázquez

Habitual en la dinámica del primer equipo. Debutó y participó en dos encuentros, aunque apenas pudo sumar siete minutos. Detalles.

Adrián Vázquez, con el dorsal "26", en la celebración de la victoria blanquiverde en Melilla.

Adrián Vázquez, con el dorsal "26", en la celebración de la victoria blanquiverde en Melilla. / GINER / LOF

Adri Castellano

Fue un curso difícil para el cordobés, que llegaba como uno de los refuerzos estelares tras descender con la Ponferradina en Segunda División. Las lesiones y las recaídas no le dejaron sumar en el verde, donde no pudo debutar hasta la última jornada liguera. 90 minutos sumó, y a buen nivel, en el pleito frente al Algeciras, mientras que en el grueso del campeonato se presentó como uno de los estandartes del vestuario aún sin tener excesiva incidencia con el esférico. Recién fichado, precisamente, la plantilla no dudó a la hora de elegirlo como uno de los cuatro capitanes de la temporada. Su tesón fue inspirador para muchos compañeros, al igual que para una afición que coreó y aplaudió su regreso a los terrenos de juego después de toda una odisea médica y emocional.

Adri Castellano en su salida como titular al Córdoba CF - Algeciras en El Arcángel.

Adri Castellano en su salida como titular al Córdoba CF - Algeciras en El Arcángel. / manuel murillo

Youssouf Diarra

Manteniendo las señas de su curso 2022-2023, no defraudó en el consecutivo. El maliense ha sido el pilar y eje central de toda la propuesta de mediocampo cordobesista. Timón, pulmón, trabajo y sacrificio han sido algunas de las señas de su aportación, formando pareja de baile tanto con Álex Sala e Isma Ruiz -indistintamente- y siempre presentando un nivel que rayaba el sobresaliente. Si el «22» faltaba, el equipo lo aquejaba. Incluso comenzó el curso acertado de cara a puerta, aunque tuvo menos peso en el último tramo. Media decena de goles y un buen puñado de jugadas para la galería todavía resuenan entre aplausos de la parroquia califa, que ha visto en el de Bamako al gestor perfecto de su sala de máquina por segunda temporada consecutiva. Crucial.

Diarra protagoniza un mano a mano ante Crettaz en Castalia.

Diarra protagoniza un mano a mano ante Crettaz en Castalia. / Francisco fernández

Álex Sala

En una medular en la que tan solo pueden jugar tres, o dos, según se vea y el dibujo, que habitualmente formaba con un mediapunta, la lógica deriva en un escenario peculiar: todos deberían jugar pero no existe espacio para alinearlos. Esa ha sido la amarga cara de la moneda que le ha tocado al mediocampista catalán, cedido por el Girona, en ciertos tramos de la campaña, a los que ha intercalado con irrupciones más que notables en la titularidad. Sus fuertes golpeos desde fuera del área han sido argumentos que en más de una ocasión han servido para desatascar partidos -como ante el Ceuta o con el Baleares- y su clarividencia y cambios de juego han levantado no pocas ovaciones. La irrupción de Isma Ruiz le desplazó a segundo plano, aunque ha sido uno de los nombres propios del ejercicio. Formó trivote durante el play off.

Álex Sala celebra su gol ante el Atlético Baleares en El Arcángel.

Álex Sala celebra su gol ante el Atlético Baleares en El Arcángel. / A.J. GONZÁLEZ

Isma Ruiz

Entra en la nómina de los grandes fichajes de la temporada. Le costó entrar en dinámica, pudo vérsele excesivamente errático en el primer tramo, aunque una vez se hizo con el puesto ha dejado actuaciones reseñables. Es un seguro de trabajo para Iván Ania, que ha encontrado en el granadino otro pulmón. Cuando las fuerzas y el oxígeno del rival flaqueaban, el ex nazarí crecía. Su aportación a nivel defensivo ha sido mayúscula y ha cerrado el campeonato como una de las piezas más destacadas. Le quedan dos años más de contrato en El Arcángel y se presenta como uno de sus baluartes.

Isma Ruiz pugna por el esférico durante el duelo ante el Ceuta en El Arcángel.

Isma Ruiz pugna por el esférico durante el duelo ante el Ceuta en El Arcángel. / A.J. GONZÁLEZ

José Luis «Recio»

Cumplió cuando se le exigía, aunque por debajo de las expectativas. Llegó como el gran bombazo del mercado de fichajes estival para los de Iván Ania, acompañado de un sinfín de registros en la élite, habiendo debutado en Liga de Campeones y con una aventura exótica en la liga chipriota como respaldo. No entró en dinámica del equipo hasta avanzado el primer tramo de curso, algo que acabó restando su peso en el mediocampo. Una vez consiguió el manido ritmo de competición, la medular cordobesista se encontraba totalmente configurada, también asentada. Sumó a cuentagotas, aunque colaboró a la hora de cerrar encuentros tirando de veteranía. Siempre veía tarjeta amarilla y, en ciertos encuentros, se le echó en falta cierta intensidad en la faceta defensiva. 

José Luis "Recio" aplaude a la afición tras ser sustituido durante una cita en El Arcángel.

José Luis "Recio" aplaude a la afición tras ser sustituido durante una cita en El Arcángel. / manuel murillo

Cristian Delgado

No contó para Iván Ania, aunque llegó a debutar. Se marchó cedido al Numancia de Javi Moreno en busca de oportunidades en Segunda Federación y allí fue intocable. Jugó todo -o casi- a las órdenes del icónico ex jugador blanquiverde, con el que se quedó a las puertas del ascenso a la categoría de bronce. 

Cristian Delgado releva a Adilson durante su debut este curso, ante el Atlético Sanluqueño.

Cristian Delgado releva a Adilson durante su debut este curso, ante el Atlético Sanluqueño. / CCF

Paco Fernández

Debutó y fue una pieza habitual en los entrenamientos del primer equipo. Común en las convocatorias, aunque sin excesivas oportunidades. Sobre el verde dejó detalles. Hay madera de jugador. Le faltó tiempo.

Paco Fernández realiza un pase entre líneas durante el amistoso del Córdoba CF con el Montilla.

Paco Fernández realiza un pase entre líneas durante el amistoso del Córdoba CF con el Montilla. / ccf

Kike Márquez

Fue un año de relativa redención para el sanluqueño, que comenzó el curso decidido a cambiar de tendencia en lo individual. Ha capitaneado al equipo en la empresa del retorno al profesionalismo, siendo capital en el vestuario e incluso asumiendo un rol menos protagonista tras la efervescencia de Kuki Zalazar en la segunda vuelta. Zanjó la eliminatoria ante la Ponferradina con una pena máxima histórica y también ha dejado un buen puñado de dianas a lo largo del ejercicio. No exhibió todo el talento ofensivo del que dispone y se le presume, eso sí, aunque cuajó una actuación notable. También se le observó más intenso y entregado en las disputas. Se fogueó hasta como delantero centro o falso nueve y fue un buen bálsamo para las lesiones de los puntas. 

Kike Márquez dedica al cordobesismo un gol de esta temporada en El Arcángel.

Kike Márquez dedica al cordobesismo un gol de esta temporada en El Arcángel. / A.J. GONZÁLEZ

Kuki Zalazar

La revelación de la temporada. Llegó como último fichaje del mercado y su acogida no fue la adecuada. Tampoco tuvo demasiado protagonismo en el primer desdoble del calendario, aunque se colgó el peto de protagonista en el segundo. Una vez entró en juego, deslumbró. No estuvo tan acertado en la fase de ascenso, aunque en su antesala fue de lo más destacado del plantel. A nivel ofensivo, sus actuaciones se contaban por goles de vital importancia o asistencias cruciales. No negoció el trabajo y derrochó talento y buena sintonía para las asociaciones en fase atacante, algo que le valió para asaltar la titularidad y despedir el año competitivo como insustituible en el once. 

Kuki Zalazar sirve un centro al área durante la visita al Málaga en La Rosaleda.

Kuki Zalazar sirve un centro al área durante la visita al Málaga en La Rosaleda. / Francisco fernández

Simo Bouzaidi

No fue una campaña fácil para el de Olot, que por primera vez en su estancia de tres cursos en El Arcángel acabó derivando al banquillo. El gran rendimiento de Adilson Mendes, con el que incluso llegó a intercalar titularidad en ciertas fases, acabó relegando al extremo a un segundo plano, aunque con espacio para brillar en ocasiones puntuales. Su sello tuvieron los goles en Málaga, en Castellón y otra buena ristra de actuaciones. Con todo, tuvo tiempo para hacerse centenario en el Córdoba CF y realizar seis dianas. No tuvo el desparpajo y desborde de otras etapas, eso sí, y dejó un regusto agridulce -dada la calidad y capacidad que atesora- en el paladar pese a que nunca especuló esfuerzos ni entrega. 

Simo Bouzaidi celebra su tanto ante el Castellón en El Arcángel.

Simo Bouzaidi celebra su tanto ante el Castellón en El Arcángel. / A.J. GONZÁLEZ

Adilson Mendes

En primera instancia pugnó por un puesto de inicio, aunque acabó haciendo suya la banda izquierda. Fundamental en cuantiosos tramos del curso, también en la fase de ascenso. El gol de Alberto Toril en duelo de ida ante el Barça Atlétic tuvo su firma con una asistencia y también fue uno de los grandes valedores del fútbol ofensivo blanquiverde. Sumó nueve tantos en el casillero y dejó una ristra de resgates, desbordes y acciones de calidad por el camino. También entra de lleno en el debate del mejor fichaje de la temporada cordobesista y es un seguro de futuro. Crecido en el play off, sobremanera.

Adilson Mendes sortea a un rival durante la visita al Atlético Baleares.

Adilson Mendes sortea a un rival durante la visita al Atlético Baleares. / Francisco fernández

Álvaro Leiva

No rindió, aunque mejoró en los últimos coletazos de campaña. Su mejor versión pudo apreciarse en el cruce frente al Algeciras, su ex equipo, con el que dejó grandes sensaciones en el primer acto. El resto fue un espejismo. Acabó más destacado por su intensidad y amonestaciones recibidas que por aportación real al juego, aunque siempre puso voluntad. Quiso agradar y recuperar confianza, y en ciertos momentos pudo hacerlo. En plena vuelta de las semifinales de la fase de ascenso, atravesando el mejor momento de forma desde su llegada en enero, cedido por el Real Madrid Castilla, acabó expulsado ante la Ponferradina, con dos encuentros de sanción que finiquitaron su temporada algo antes de lo esperado. Se esperaba mucho más. 

Álvaro Leiva pugna por el esférico durante la visita al Ibiza en Can Misses.

Álvaro Leiva pugna por el esférico durante la visita al Ibiza en Can Misses. / LOF

Christian Carracedo

En sus asistencias se cimentó buena parte de la reacción en los compases iniciales de la temporada. Solventado el mal arranque, fue sinónimo de pases de gol para sus compañeros. Llegó a la friolera de diez servicios tras la conclusión del itinerario regular. Brilló como pocos y formó una dupla temible con Carlos Albarrán en la vertiente derecha, aunque tuvo menos protagonismo en las etapas finales del curso. Con todo, fue un fijo, inamovible e insustituible para Iván Ania. Siempre aplicado en defensa y autor de algunas de las conducciones más desequilibrantes de la plantilla, puede que de la categoría. 

Carracedo celebra junto a Toril y Albarrán uno de sus goles en El Arcángel.

Carracedo celebra junto a Toril y Albarrán uno de sus goles en El Arcángel. / A.J. GONZÁLEZ

Álvaro Vázquez

Consiguió estrenarse con la primera plantilla. Participó en el encuentro de la cuarta jornada ante el Linares Deportivo en El Arcángel. Fue una pieza recurrente en la dinámica de Iván Ania durante ciertos tramos del curso.

Álvaro Vázquez defiende el esférico durante el encuentro ante el Linares Deportivo.

Álvaro Vázquez defiende el esférico durante el encuentro ante el Linares Deportivo. / Francisco González

Alberto Toril

Otro ejemplo de trabajo en el vestuario califa. Se sobrepuso a lesiones y circunstancias personales para ser decisivo en momentos clave. Dejó una bonita pugna por la titularidad con Casas. Pudo realizar hasta seis dianas, incluida la del choque de ida ante el cuadro azulgrana en el Johan Cruyff durante la final de ascenso, dedicatoria especial -a su madre, que falleció a lo largo de la campaña- incluida. Fue un soplo de aire fresco para la propuesta atacante en ciertos compases del campeonato, así como un ejemplo de esfuerzo y tesón en el vestuario. El Arcángel siempre se lo agradeció y respondió brindando una fase de promoción antológica, con otros tres tantos para impulsar la empresa cordobesista. El doblete de la vuelta ante los azulgrana, que sirvió para remontar la eliminatoria y el partido, así como alcanzar el ascenso, tuvo su sello y estuvo cargado de significado.

Alberto Toril celebra su gol en la final de ascenso en el Johan Cruyff.

Alberto Toril celebra su gol en la final de ascenso en el Johan Cruyff. / manuel murillo

Antonio Casas

También se hizo centenario en su tercera campaña defendiendo los intereses del Córdoba CF, quizás la más brillante a nivel individual. Cerró como el tercero en la carrera por ser el máximo artillero del Grupo 2 de Primera Federación, al igual que el cuarto en el grueso de la categoría y el pichichi particular blanquiverde, con 14 dianas. Hubo fases de indecisión en su temporada, eso sí, con espacios de sequía goleadora que incluso llegaron a mermar la moral del rambleño. La solución a dicha coyuntura fue la de siempre: sanar goleando. En el último tramo se le caían de los bolsillos.

Antonio Casas celebra su gol en la vuelta ante la Ponferradina en El Arcángel.

Antonio Casas celebra su gol en la vuelta ante la Ponferradina en El Arcángel. / A.J. GONZÁLEZ

Óscar Jiménez

Fue el bálsamo ante las bajas de Alberto Toril y Antonio Casas, que no fueron simultáneas. Dejó una labor destacada en el filial -realizó diez goles-, sumó tres partidos en la escuadra nodriza, aunque no vio puerta. Le faltó confianza, pero exhibió voluntad.

Óscar Jiménez, junto a la mascota Koki, tras su debut con el primer equipo.

Óscar Jiménez, junto a la mascota Koki, tras su debut con el primer equipo. / CCF