Actualidad blanquiverde

El héroe que ascendió al Córdoba CF con el brazo roto

A Alberto Toril, verdugo del Barça Atlétic, le partieron el cúbito en Ibiza y Muresan quiso impedirle jugar la finalísima

Alberto Toril dedica a su madre el tercer gol anotado al Barcelona Atlétic para el Córdoba CF en la eliminatoria final por el ascenso.

Alberto Toril dedica a su madre el tercer gol anotado al Barcelona Atlétic para el Córdoba CF en la eliminatoria final por el ascenso. / MANUEL MURILLO

Ignacio Luque

Ignacio Luque

«Se pasan momentos duros, pero todo lo que he conseguido hasta el día de hoy se lo dedico a ella. Sé que tiene mucha culpa de la noche que viví. Todo va por ella y se lo dedico». Alberto Toril recordaba a su madre horas después de que su doblete catapultara al Córdoba CF a Segunda División, apuntalando el gol que ya anotó en la ida en el Johan Cruyff ante un Barcelona Atlétic cuyos centrales, Pelayo Fernández y Mika Faye, fueron incapaces de parar al espigado delantero cordobesista en los 180 minutos de la eliminatoria final.

Primer contratiempo: la llegada

Con el recuerdo a su madre perenne, tanto que llevaba la dedicatoria para ella en una camiseta bajo la blanquiverde, Alberto Toril ha vivido una temporada de las que marcan toda una vida. La profesional y la personal. El 14 de agosto pasado, el Córdoba CF anunciaba el fichaje del delantero balear, que acababa de rescindir su contrato con el Piast Gliwice, de la Primera polaca, que lo había cedido la segunda parte de la temporada 2022-23 al Real Murcia, en donde ya había destacado anteriormente. No cayó bien la contratación en el seno de la afición cordobesista, a la que se le había ampliado la expectativa, ya que desde el club se hablaba de la llegada de un delantero contrastado, insinuando también que ese fichaje de delantero sería la guinda a la plantilla. De ahí que el anuncio de Alberto Toril supusiera una sorpresa y no muy agradable. De hecho, hubo aficionados que recordaron que tenía más cartulinas amarillas que goles anotados, por lo que la responsabilidad del gol en el Córdoba CF de Ania no parecía muy clara sobre quién iba a recaer. El equipo de autor que hizo el asturiano desvelaría que el gol era labor de todos.

Alberto Toril llega al Johan Cruyff con su férula en el brazo derecho visible.

Alberto Toril llega al Johan Cruyff con su férula en el brazo derecho visible. / MANUEL MURILLO

En el caso particular del balear, Alberto Toril se reveló como un buen delantero de equipo. Daba unas alternativas muy buenas a Antonio Casas. Generaba peligro en balones aéreos, jugaba bien de espaldas para mantener la posesión de balón para el equipo, caía a bandas y a la zona de la mediapunta para generar problemas a los centrales rivales y, para colmo, anotaba algún gol más que importante, como el que supuso la victoria en el último minuto sobre el Recreativo de Huelva en El Arcángel (1-0), en la jornada 10. Nueve jornadas después volvió a anotar el gol de la victoria en casa ante el Intercity (1-0) en un encuentro más que trabado y tres semanas después apuntilló al Linares en Linarejos (0-2) después de dos jornadas en las que el Córdoba CF no había sumado de tres en tres.

El adiós a una madre

Poco después de ese segundo gol en Linarejos se supo que su madre estaba enferma de gravedad y hasta Iván Ania intentó explicarlo en sala de prensa. No pintaba bien el panorama y el asturiano dio libertad a Alberto Toril para que estuviera con su familia, con su madre, en ese durísimo momento. El 9 de marzo, el Córdoba CF anunció el fallecimiento de la madre del delantero blanquiverde, que unos días después se reincorporó a los entrenamientos entre el calor y cariño de sus compañeros. Después de semanas de parón, Ania fue dosificándole a medida que realizaba una particular minipretemporada. Así, le dio un minuto en la victoria blanquiverde en Castalia, 12 en el triunfo en casa ante El San Fernando (1-0), 14 en el empate en Mérida, 18 en el triunfo en Melilla (0-2) y 30 en la derrota en El Arcángel ante el Alcoyano (0-1). Un mes después, le dio la titularidad en el Antonio Solana, en donde se impuso el Córdoba CF por 0-2, con asistencia de Alberto Toril a Albarrán para que el carrilero anotase el primer gol blanquiverde.

Alberto Toril, con el brazo escayolado, junto a compañeros, el doctor Bretones e Iván Ania.

Alberto Toril, con el brazo escayolado, junto a compañeros, el doctor Bretones e Iván Ania. / MANUEL MURILLO

Era la jornada 33 y menos de un mes después, el destino le tenía deparado a Alberto Toril un nuevo contratiempo. El balear sufrió la fractura del cúbito en el partido que el Córdoba CF empató en Can Misses (1-1). De nuevo, cundió el pesimismo en Alberto Toril y en su entorno. Iván Ania quiso que no trascendiera la fractura: el Córdoba CF estaba clasificado para las eliminatorias de ascenso y había que dar pocas pistas a los rivales sobre la situación del adversario. Los servicios médicos del Córdoba CF escayolaron el brazo derecho del delantero y encargaron una férula, realizada con por impresión 3D para intentar que pudiera jugar. Se solicitó el permiso a la RFEF después de recabar certificados sobre la composición del dispositivo que, además, tenía cierta capacidad de articulación. El organismo federativo dio el visto bueno, pero todos sabían que el permiso final debía darlo cada árbitro, antes de cada encuentro.

Muresan no le deja jugar

Tanto López Jiménez, en El Toralín, como Campos Salinas, en El Arcángel, permitieron a Alberto Toril jugar los dos encuentros de la semifinal contra la Ponferradina, en los que partió desde el banquillo, sumando 42 minutos en total. Tampoco el aragonés Ramo Andrés puso inconveniente alguno al futbolista balear para que partiera en el once inicial del Córdoba CF en el Johan Cruyff. Ania sabía que su envergadura y estilo de juego podía hacer daño a los jóvenes centrales azulgranas, que si se mostraban sobresalientes en lo físico y con el balón, dejaban claras deficiencias en la gestión de los espacios y distancias, así como en la pelea cuerpo a cuerpo. El delantero del Córdoba CF anotó el gol del partido de ida de la final y fue el mejor del conjunto blanquiverde.

Pablo Gutiérrez, preparador físico del Córdoba CF, aúpa a Alberto Toril tras el ascenso del Córdoba CF.

Pablo Gutiérrez, preparador físico del Córdoba CF, pasea a hombros a Alberto Toril tras el ascenso del Córdoba CF. / MANUEL MURILLO

Pero esta temporada la tenía reservado el último inconveniente a Alberto Toril. Muresan Muresan, el colegiado del encuentro en El Arcángel contra el filial azulgrana no permitía jugar al delantero centro del Córdoba CF. A pesar de los certificados, del permiso de la RFEF y de que había jugado ya tres encuentros con la férula, el colegiado rumano adscrito al Comité Valenciano entendía que lo que llevaba Toril en el brazo podía ser un peligro para los rivales. Los servicios médicos del Córdoba CF volvieron a trabajar contrarreloj. La modificación del vendaje del delantero cordobesista y una «casi verdad» a Muresan Muresan terminaron de convencer al colegiado del encuentro de que Toril tenía que jugar y que podía hacerlo, reglamentariamente hablando. El balear saltó al terreno de juego con sus 10 compañeros y el resto ya es historia. Alberto Toril se convirtió en el héroe que llevó al Córdoba CF a Segunda División, pese a jugar con un brazo roto y superando la prohibición inicial de Muresan Muresan para que disputara la final.

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