Curiosidades de Córdoba

"Córdoba es hoy una ciudad muerta": cuando la capital no enamoraba a los viajeros

Conocidos viajeros del siglo XVIII y XIX describieron a la ciudad de los patrimonios como "vieja y fea", criticando la falta de industria, trabajo y cuidado

Vista aérea del Casco Histórico de Córdoba.

Vista aérea del Casco Histórico de Córdoba. / CÓRDOBA

Córdoba, la ciudad con más patrimonios de la humanidad, es hoy en día un destino de ensueño para los viajeros. Las redes sociales han dado fama mundial a rincones como la Calleja de las Flores, encumbrada como una de las calles más bonitas, si no la que más, y la capital se muestra al mundo con un duende que encanta a los visitantes, presumiendo de multiculturalidad gracias a su historia. Sin embargo, no siempre fue así.

De ella, han llegado a decir: "Córdoba es hoy una ciudad muerta". Con esa rotundidad, Poitou, un francés, viajero romántico del siglo XIX, hablaba de la ciudad en sus escritos. "La ciudad es vieja, fea, con algunas cuestas, calles torcidas y estrechas, exceptuando una u otra", escribió el dramaturgo madrileño Leandro López de Moratín.

Lo peor de todo es que no eran los únicos viajeros que compartían esa horrible apreciación. A ojos de algunos de ellos, estaba marcada por la pobreza, la falta de industria y la dejadez. ¿Quieres saber cómo veían a la Córdoba del siglo XVIII? Te lo contamos.

De la gloria a la decadencia

Pese a la decadencia descrita, esos mismos viajeros ilustrados que hablaban de la pobreza de Córdoba supieron valorar un legado que resulta envidiable. Para Antonio Ponz, la capital era "docta, opulenta y rica" desde la cuna.

Patio de columnas de la Mezquita-Catedral.

Patio de columnas de la Mezquita-Catedral. / EFE

Precisamente, es ese contraste entre el romanticismo de un pasado glorioso y la desoladora realidad lo que llevó a este historiador español a escribir, en el siglo XVIII: "Se ve ahora sin aquella opulencia, despoblada y pobre cuanto puede serlo cualquiera que carezca de tantas ventajas como el Autor de la naturaleza ha derramado en su ameno territorio".

Sin fábricas y sin trabajo

"No hay fábricas, ni otro género de industria", aclaraba Ponz. El viajero agrandaba esa herida concluyendo que, en Córdoba, no había "ingeniatura" más allá de "algunas bayetas que se labran" y más "tráfico" que "el enviar fuera aceitunas embarriladas".

Los ilustrados de la época estaban desconcertados por la situación económica de una tierra rica en dones naturales, como explicaba el historiador y profesor de la Universidad de Córdoba Antonio López Ontiveros (ya fallecido) en La imagen geográfica en la literatura viajera de los siglos XVIII y XIX. "¿En dónde están las brillantes telas de seda que aquí se labraban en el tiempo referido, los finísimos paños que se tejían, los curiosos guadamecíes que se transportaban a otras partes? ¿Ni de qué sirven las minas de plata, y de otros metales en la inmediata Sierra Morena, cuando la ciudad está llena de gente pobre y sin ocupación?", se preguntaba Ponz.

Pérdida de población

Ponz no es el único que hace referencia a una pérdida de población en Córdoba en aquella época. "Los catorce mil vecinos que tenía en tiempo de Rodrigo Méndez de Silva, como él aseguraba en su Población de España, esto es, a mediados del siglo pasado, se han reducido a los ocho mil", relataba. Poitou apuntó: "Ella tenía antiguamente doscientos mil habitantes, hoy le quedan cuarenta mil. La hierba brota en las calles silenciosas; la mitad de las casas parecen desiertas"

El profesor López Ontiveros, que recoge estos escritos, hace un inciso para apuntar a la incoherencia de las cifras. Otros, como Peyron o Townsand, hablan de 15.000 o 32.000. "No hay forma, por lo demás, de cesar estas cifras", aclara el historiador. Eso sí, el retroceso demográfico era real. La capital, como escribe el historiador de la UCO, tuvo en el siglo XVllI la misma población que a mediados del siglo XVI.

Un mal augurio

El ilustrado no se quedó ahí en su descripción de la ciudad y se atrevió a afirmar que aquel era "un mal muy grande" que "irá a peor si no se pone un pronto y rápido remedio". De no ser así "con el tiempo viniese a reducirse lo famosa Córdoba o un Villorrio", acababa augurando.

Turistas en la Torre Campanario de la Mezquita-Catedral.

Turistas en la Torre Campanario de la Mezquita-Catedral. / Víctor Castro

Quizás resulte curioso para el lector el contraste de aquellas remotas descripciones con lo que Córdoba transmite hoy en día. La ciudad, gran atractivo turístico, alardea de belleza. Cualidad que los propios viajeros difunden más allá de la provincia.

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