ENTREVISTA | Federico Roca Presidente del Ateneo de Córdoba

«En el Ateneo cabe todo»

«Hay un momento de crispación. Han vuelto las dos Españas, y eso es muy peligroso»

Federico Roca

Federico Roca / Pablo Cabrera

Juan M. Niza

Juan M. Niza

Tiene el despacho lleno de figuritas de lechuzas. Decenas, cientos... Es el símbolo de Minerva, de la sabiduría...

Todo viene de un maestro, Rafael Zamora, que en aquel verano de cuarto de carrera me dijo «si quieres triunfar como abogado, tienes que ser como la lechuza: con los ojos en pasmo».

No basta con tener los ojos abiertos, hay que asombrarse, ¿no?

Yo he procurado en 47 años de ejercicio tener, al menos en el trabajo, los ojos en pasmo. Y me ha ido bien.

Ha pasado de presidir el Real Círculo de la Amistad a encabezar el Ateneo de Córdoba. Qué distintas y a la vez que similares ambas entidades, al menos en lo que socialmente mueven. ¿No?

Pero no tienen nada que ver. El Real Círculo es en definitiva un club, aunque siempre «será más que un club» (sonríe). El origen del Círculo está ligado a los clubs ingleses, mientras que el proletariado, el pueblo llano, se reunía en tabernas o donde podía... Y en los ateneos populares. Mire, los muebles de este despacho fueron de Ángel de Torres, alcalde de Córdoba y antepasado mío. Lo digo porque también fue vicepresidente del Congreso en la Primera República. Era federalista, una persona muy liberal, y estuvo a punto de ser ministro de Justicia. Y curiosamente, él funda el primer Ateneo de Córdoba y también participó en la creación del Círculo. Aquel Ateneo tuvo una crisis y se refunda sobre los años 70 del siglo XIX. Luego llegaría en el siglo XX la disolución de las asociaciones y, en la democracia, la fundación del Ateneo Casablanca por Antonio Perea, un caballero de los pies a la cabeza, que recogió el espíritu de la institución original.

Y desde 1984, ¿qué etapas ha tenido el Ateneo?

Quizá el problema del Ateneo de Córdoba es que nunca ha tenido una sede propia. Estuvimos en Bodegas Campos, en un local que nos cedieron gratuitamente en los Jardines de Agricultura y ahora estamos en la sede de las Hermandades del Trabajo, con un alquiler y donde nos tratan muy bien. Pero al caso: el Ateneo de Córdoba ocupaba un lugar en la cultura que se ha diversificado y al que se han unido las peñas, asociaciones culturales, instituciones, plataformas... La sociedad en general. Pero no era esa la situación en los años 80. Por eso fue tan importante su creación y que se centrara en la poesía, la copla, el flamenco... Aunque luego se fue diversificando.

Pues con el flamenco apostaron desde el principio a caballo ganador. En noviembre de 2010 fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.

Pues por entonces, el flamenco hasta corría peligro.

Veo que en un ateneo popular cabe casi todo.

No. «Casi»... No. En el Ateneo cabe todo. Todo lo que sea una cultura, seria, profunda... Que no tiene por qué ser sesuda, intelectual... Al igual que hice en el Círculo, en el Ateneo he implantado la norma del «sí». El «sí» a toda aportación. Por supuesto, cada uno tiene su ideología política, religiosa y es de su padre y de su madre... ¡Pero hay que convivir! La tolerancia es esencial.

Pues ahora se grita mucho...

Se grita muchísimo. Nosotros intentamos guardar siempre las formas y no tenemos problemas de convivencia. Pero ahora hay un momento de crispación social, no entremos a analizar las causas. Han vuelto las dos Españas. Y eso es muy peligroso.

¿Pero han vuelto las dos Españas a nivel social o político?

A los dos.

¡Uh!

Hay que aislarse un poco, hay que relativizar, hay que escuchar... En la época de la Segunda República puede que tuviera sentido esa tensión porque había unos desequilibrios brutales, ante lo que se hicieron una serie de reformas sociales a destiempo y deprisa, cambios que requerían un proceso. Y quizá eso está pasando ahora, creando lo que en sociología se llama un «rezago cultural».

Volvamos al Ateneo. Feliz 40 aniversario. ¿Cómo lo están viviendo?

Pues con una programación muy intensa. Pero además, y puedo adelantarlo, con Carmen del Río, el 18 de diciembre, queremos poner un gran espectáculo en el Gran Teatro, coincidiendo con el 150 aniversario del nacimiento de Julio Romero de Torres y junto a la Federación de Peñas. Parte de la recaudación será para una entidad solidaria en esas fechas prenavideñas...

Pues con esa generosidad no van a tener nunca sede propia.

(Ríe). Y sí, ciertamente tenemos una programación muy extensa con el ciclo sobre la muerte, el de la naturaleza, el de tiempos de Historia... En septiembre se va a crear un club de lectura que lo van a organizar Soledad Zurera y Alejandro Jurado. También ese mes vamos a constituir el equipo de trabajo sobre el río, gracias a Mercedes Mayo; además de la comisión para la interrelación con otras instituciones sobre el estudio del posible nacimiento de Cervantes en Córdoba. Luego están los certámenes: el Premio Agustín Gómez de flamenco, el de relato corto Rafael Mir, el de poesía Juan Bernier, el certamen de monólogos y las jornadas sobre cines de Córdoba con directores de Córdoba... Estamos hablando también con entidades comerciales para que los ateneístas tengan ventajas, imprimir carnés y... Claro, aspiramos a una sede propia en el futuro.

¿El ateneísmo está pasando por un buen momento? Lo digo por lo activa que se ve a la Federación de Ateneos de Andalucía.

Muy buen momento. Hay una gran actividad y están naciendo muchos ateneos en Sevilla, Huelva, Cádiz... La Federación está haciendo un gran papel aglutinando.