RELATO

Un bosque de zafiro

Lola Egea Valera. | CÓRDOBA

Lola Egea Valera. | CÓRDOBA

Alejandro López Andrada

Alejandro López Andrada

Quien penetra en un libro insólito, distinto a lo que se escribe y se edita normalmente, una obra absolutamente original, llena de fragantes historias sugerentes, deliciosamente amenas y bien escritas, siente que se halla ante una epifanía, ante un verdadero milagro literario. Lola Egea Valera es una narradora que sabe pulsar la luz suave y recóndita que late en las cosas más inverosímiles, ese tipo de objetos, asuntos o situaciones que nadie ha sabido mirar, o interpretar, con una sagacidad desacostumbrada y una intuición bañada por lo mágico. Este exquisito volumen de relatos contiene momentos de una altura literaria verdaderamente asombrosa y esencial, como, por ejemplo, los titulados «La parcelita» (con un fondo moral y ético fantástico), «Más madera» (un derroche asombroso de imaginación), y, sobre todo, «Los milagros de Fu-Lang-Chu», donde el lector saborea el delicioso sabor del relato clásico, intemporal, en el que se funden humor, delicadeza y la tierna inocencia del protagonista quien choca, al final, con una realidad crujiente que estalla en los ojos como una pompa de jabón extraída de un bote de fatalidad. Escrito en estado de gracia, con ternura, imaginación e ironía sutil, este fragante volumen de relatos es como un ameno bosque de zafiro en el que los árboles (en este caso, los relatos) brillan de una manera susurrante dejando en el aire un fulgor de calidez que envuelve al lector con violácea suavidad. Lola Egea Valera es, sin duda, una escritora de muy altos vuelos, una autora de relatos no solo bien hilvanados y bien resueltos, sino también magistralmente cosidos por una intuición y una delicadeza que ya quisieran tener muchos autores que venden millares, a veces millones, de novelas usando un estilo torpe y desmañado. Uno admira ante todo la elegante sobriedad que emplea la autora cuando dibuja con soltura unos personajes humanísimos, sencillos, que ella sabe ubicar en espacios raros e insólitos, como, por ejemplo, el utilizado en el relato que da título al libro, «El árbol de la seda», donde conduce con mucha perspicacia y bendita intuición al lector que nunca espera el desenlace poético e irreal del protagonista. Aquí, en ese detalle, la espléndida narradora cordobesa demuestra a las claras que es dueña de un estilo vigoroso y fluido, imaginativo, lo cual en los tiempos que corren es algo insólito dentro del panorama literario nacional. Este libro genuino, que edita Berenice exquisitamente con ilustraciones, habitado de personajes singulares y escenas insólitas, oníricas en muchos casos, muestra ante todo la capacidad narradora, el sobrio estilo y la intuición literaria de una autora de una originalidad nada común. Quien escribe relatos como el titulado «Cabos sueltos» manejando ternura, inocencia e ironía, el fulgor restallante de un humor sutil, deja bien remarcada su enorme calidad como autora de cuentos. El árbol de la seda es un libro mágico, hermoso y restallante, escrito con arte y sensibilidad.

‘El árbol de la seda’.

Autora: Lola Egea Valera.

Editorial: Berenice. Madrid, 2024.

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