Asia Central, la nueva ruta de la seda por la que Rusia importa productos de Occidente

Hace siglos, la región que ahora ocupan Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán fue un punto clave del comercio entre Asia y Europa. Actualmente, esa ruta ha resucitado para convertirse en la puerta de atrás por la que Rusia accede a muchos productos de Occidente. La sed consumista del gigante euroasiático ha provocado, en algunos casos, que las transacciones entre países de ambos continentes crezcan exponencialmente, hasta un 30.000% entre 2021 y 2023 en el caso más extremo, el de Estonia y Kirguistán.

La combinación de una alta demanda y la falta de vías estándar de comercio ha hecho que aparezcan empresas especializadas en la logística de transporte a través de Asia Central. Debido a que la importación paralela no incumple ninguna ley rusa, siempre y cuando el producto en el lugar de origen sea adquirido de forma legal, pueden promocionarse abiertamente en Rusia. Es el caso de la compañía Optimalog, que escudándose en esa norma puede formar parte del entramado que importa lo que Rusia necesita, ya sea por mar, tierra o aire. Tal y como cuenta su director general Georgiy Vlastopulo al medio Forbes, lo hacen de una forma muy simple: "Un proveedor europeo firma un contrato con una empresa en el país intermediario --amigo de Moscú-- y se transporta la carga al país intermedio". Añade que "una vez llegado, se firma un nuevo contrato entre la empresa intermediaria y el comprador final en Rusia". Para completar el proceso, el camión con la carga "revendida" viaja hacia el país euroasiático con los nuevos documentos. Estos productos se revenden sin pasar por ningún almacén.

Cambio de matrículas

Otro de los sistema que utilizan es el del "tránsito falso". En este caso, se contrata un transporte desde la UE a un tercer país, atravesando Rusia y llegando a otro estado, aunque en la práctica, nunca llega a salir de Rusia porque se acaba quedando allí. Dentro de este esquema, los principales países que sirven de nodo intermedio son Kazajistán, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Georgia y Armenia, aunque también hay otros relevantes como Irán. Como los camiones de matrícula rusa tienen la entrada prohibida a territorio europeo, muchos transportistas rematricularon el vehículo con matrícula kazaja para poder circular con normalidad entre la UE y Rusia.

Fuentes que prefieren mantener el anonimato admiten a El Periódico, del mismo grupo editorial, que además de este tráfico totalmente visible existe otro tipo de tráfico de mercancías que es claramente ilegal para burlar las sanciones. Por la misma naturaleza de la actividad, evitan dar muchos detalles de cómo se realiza este tipo comercio en Kazajistán, país que ha pasado de adoptar cierta permisividad a ser algo más estricto para evitar ser sancionado.

Consumir como occidentales

La ropa de Zara sigue siendo tendencia en Rusia. La Coca-Cola sigue estando en la mayor parte de supermercados. Los iPhone y las PlayStation siguen siendo un habitual de todas las tiendas de electrónica. No es necesario ir a una tienda especializada ni clandestina para poder adquirir estos productos e incluso han surgido negocios para suplir a los que se fueron. Uno de los ejemplos más paradigmáticos es el de la empresa de juguetes danesa Lego. Pocos meses despues de su huida aparecieron nuevas tiendas muy parecidas, como las de 'El Mundo de los Cubos', que las sustituyeron con los mismos productos que tenía antes de la guerra.

Estos, como tantos otros, llegan, entre otros, a través de los 'stanes', especialmente Kirguistán y Kazajistán, que forman parte de la Unión Económica Euroasiática, una unión aduanera, junto con Rusia, Armenia y Bielorrusia. Además de coches alemanes, uno de los productos más codiciados en este comercio a través de la antigua Ruta de la Seda, también hay muchos otros productos como juguetes, acero, libros o barcos.

Crece el comercio

Y es que como indica el Centro de investigación kazajo Talap, la situación de sanciones contra el Kremlin pero la necesidad de seguir comerciando entre Occidente y el país euroasiático, ha convertido a la región en una zona de oportunidad y la ha dotado de un "dinamismo especial" desde el inicio de la guerra en Ucrania. Es por ello que el comercio entre la UE y los países de Asia Central entre 2021 y 2023 ha crecido exponencialmente. El que ha visto un mayor aumento es Kirguistán, que ha visto como recibía entre un 90% (desde Eslovenia) y un 30.000% (desde Estonia) más de exportaciones europeas en este período. España por su parte aumentó el comercio un 342% con este país. De los 531 millones de euros que Kirguistán exportó desde Alemania en 2023, un 43% (236 millones de euros) eran vehículos, mientras que en 2021 el total de exportaciones fue de solo 720.000 euros. Una estadística que llama la atención debido a que pocos ciudadanos kirguises pueden realmente adquirir coches de gama alta debido a que el salario medio se estima que ronda los 350 euros al cambio.

Aunque los cinco estados de la zona han visto un aumento importante (Turkmenistán, debido a su hermetismo crónico, el que menos), la otra pieza clave sigue siendo Kazajistán, un país que ve como una arma de doble filo la oportunidad de ser la puerta de atrás de Rusia. Mientras que ahora le trae beneficios económicos, sabe que en un futuro le puede acarrear sanciones, además de tener un cierto recelo de Moscú por las amenazas de algunos propagandistas y políticos de "ser los siguientes" tras Ucrania. Esta dinámica no ha pasado desapercibida en Europa, que ya ha sancionado en noviembre de 2023 a algunas empresas de Uzbekistán y Kazajistán en su lista de embargos. Esta medida buscaba limitar la capacidad militar de Rusia con equipo que no es militar pero que puede contribuir a la mejora de la Defensa y Seguridad del país.