Opinión | No me digas...

Sanidad deficitaria de vergüenza

El Guadiato ha perdido de facto su llamado hospital

A los ricos les encanta el campo, es un hecho. A los ricos-ricos, los que viven en las ciudades y tienen empleos de ringorrango y salen en los medios y en los enteros. Se casan y se van de capeas, organizan cacerías, y, al atardecer, se cogen de la mano mirando el atardecer pensando qué maravilloso es el campo y por qué se retrasa tanto el chófer que los devuelva a Madrid. Por ejemplo, el exjuez Garzón y aquella exfiscala generala del Estado y exministra a la que le grabó el excomisario Villarejo llamando maricón al ministro y exjuez Grande-Maralska, han celebrado su boda de maduritos progres con campo y capea, entre otros escenarios ecologistas. Es de suponer que la fiera (me refiero a la res) no sería sacrificada, sino sólo tentada. No es que esté relacionado ser ex de tantas cosas con el hecho de que te guste el campo, basta con ser rico, y salir en los medios y en los enteros, independientemente de la mitad del ruedo ibérico en la que te encuentres, derecha o izquierda, sol o sombra, y del número del tendido.

Y es que la España vaciada tiene su encanto, su aquél, sus secretarios en las cacerías, sus guardeses de fincas, su abundante zoología para amontonarla tras las perdigonadas y hacerse la foto, como el exjuez Bermejo hizo sin licencia junto al susodicho Garzón (de nuevo el campo). Les encanta la tierra, el vacío telúrico del abandono, el escenario novecentista de las fincas que tan bien retrataba Valle-Inclán en La Corte de los Milagros. Y da igual en el lado del Congreso en el que se sienten, se sentaran, o piensen sentarse. El campo les pone, como a Camilo José Cela le ponía el aroma de la higuera por encontrarle un aroma proclive al pecado solitario.

Pero la España vaciada tiene problemas. Por ejemplo, esa zona vaciada de la provincia que es el Guadiato ha perdido de facto su llamado Hospital de Alta Resolución, al que le han cambiado el nombre varias veces, que si centro de alta resolución, o que si, ya mismo, centro de especialidades. Y ni siquiera lo tuvo que costear la Junta ni el ministerio, puesto que lo pagaron los mineros con los fondos Miner que compensaban su expulsión del trabajo. En estas semanas, ese pedazo de provincia vaciada se entera también de que, un año más, el Gobierno renuncia a construir la autovía de la N-432, y así llueve sobre el mojado del pertinaz problema sanitario que el Área Sanitaria Norte es incapaz de resolver. También el SAS demuestra su inoperancia por no saber incentivar como es debido a los profesionales. Y, encima, con cierta chulería en las reuniones con los representantes del pueblo que les paga, según los medios.

Al mundo rural lo vacían, sí, y sin ninguna vergüenza.

*Escritor

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