Opinión | El triángulo

El desafío de una financiación singular

Es cierto que Pedro Sánchez parece bendecido por una fuerza superior, algo así como un conjuro que lo protege y hasta en las peores situaciones lo salva y permite que sus pies resbalen y sobrevuelen las peores arenas movedizas. Incluso lo de la carta le salió bien y casi gracias a un punto y coma ganó las catalanas y varios puntos suspensivos le hicieron incluso más fuerte cuando en las europeas los partidos a la izquierda de su PSOE se desmoronaron y Sánchez, parecía el único candidato a batir, perdió únicamente un eurodiputado. Hasta ahí Sánchez parece intocable, como un guerrero posmoderno que ha salido ileso de todas las banderas que ha enarbolado, unas sociales, otras políticas y algunas de índole personal y sin embargo hay aguas oscuras que pueden hacer que su pie falle y todo se desmorone, porque si finalmente Cataluña obtiene una financiación singular, parece una cuestión clave en estos momentos para que Illa pueda presidir la Generalitat, los apoyos en Madrid se podrían desvanecer, tal y como anunciaron ayer los representantes de Sumar por Chunta Aragonesista y Compromís en el Congreso de los Diputados cuando afirmaron que «el modelo singular que se pretende aplicar en Cataluña también se reconozca en Aragón y Valencia», instando a que se sienten las bases para una reforma del sistema de financiación en general y en el que se tengan en cuenta las necesidades de cada uno de los territorios, añadiendo que «si finalmente Cataluña tiene una financiación singular, no podrán dar su apoyo parlamentario».

La posible financiación singular de Cataluña, si llega a darse, va a ser sin duda una de las decisiones que más haga adolecer al Gobierno de Sánchez, porque en esta ocasión las voces en contra le van a venir desde muchos territorios y desde voces ideológicamente opuestas, ya que mientras unos luchan por una financiación justa para las comunidades sin beneficios para unas, como ya sucede, y desprecios para otras, como ya sucede, otras voces lo harán solo por el beneficio político y por ver cómo un gobierno se desequilibra y cae, algo que desde la bancada popular llevan deseando y esperando demasiado tiempo.

En la guerra siempre se pierde, aun cuando se gana, y quizá Sánchez lleve tanto tiempo en guerra contra unos y otros que ha olvidado que a veces ganar conlleva la peor de las pérdidas y es necesario perder para volver a escuchar. No siempre se puede tener razón y qué importa ganar cuando todos los demás pierden.

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