Opinión | Punto y coma

‘Cum laude’ para Mireia Belmonte

Hay historias que, independientemente del final que tuvieran, merecerían un respeto vitalicio. Ello podría aplicarse al amor, al desarrollo profesional de una persona, al ámbito de las amistades o de la familia, y, en definitiva, a la evolución espiritual de cualquier hombre de bien. Y, como el lector ya conoce que esta autora a menudo surfea la metáfora de la ola en que se imbrican la vida y el deporte, todo lo anterior no podría ser menos en el caso de la heroica carrera de Mireia Belmonte, única nadadora española que ha tocado con sus dedos de oro el Olimpo de los dioses.

A tenor de no pocos titulares que vine leyendo la semana pasada al hilo de los clasificatorios para París 2024, pareciera que más periodistas de lo deseado no consideran que alguna historia, sea cual sea su final, debiera permanecer impermeable a expresiones descalificativas como ‘descafeinada’, ‘apagada’, ‘con poco brillo’, ‘decepciona’ o ‘pierde su última oportunidad’.

Hace más de dos décadas, la exnadadora Miren Begoña Uruburu fue descrita en otro medio de nuestra localidad como ‘venida a menos’. Fueron palabras poco acertadas para quien, ya alejada de la competición, sentaba las bases de una formación académica y carrera profesional que culminaron hace un año en un título de doctora ‘cum laude’ (no ‘cum fraude’) en Lingüística. Mireia, por su parte, siempre será una nadadora magnífica e inigualable. Tiene avales para ser respetada de por vida. Así pues, como no nos importa cuál sea la despedida o el tránsito a una nueva etapa, Sobresaliente ‘cum laude’ también para su carrera deportiva. Y muchas gracias, porque en las largas noches de estudio e investigación, tu lucha también me inspiró.

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