Sala de prensa

Iván Ania, técnico del Córdoba CF: "Era un día en el que esta familia tenía que celebrar el ascenso"

El preparador blanquiverde destacó la unión interna del vestuario, así como la comunión con la ciudad, como las grandes claves de la gesta

“El destino estaba escrito y era que este equipo iba a ascender”, afirmó, deshaciéndose en elogios a la afición

Iván Ania es manteado por el equipo tras la conquista del ascenso a Segunda.

Iván Ania es manteado por el equipo tras la conquista del ascenso a Segunda. / MANUEL MURILLO

Miguel Heredia

Miguel Heredia

Y la afición rota de alegría. Y las gargantas rasgadas. Las bufandas entre zarandeos y las banderas ondeando sin viento, pero como si hubiera una tempestad. Los nervios todavía en ebullición. El resonar de los festejos, incontenible. Los decibelios estallando y El Arcángel derrumbándose. Del feudo blanquiverde a La Ribera, de ahí a la Mezquita, pasando por el casco antiguo y recorriendo todos los rincones y recovecos de ciudad y provincia, también de localidades aliadas en la pelea. Clamaba casi toda Andalucía al son del mismo canto blanquiverde. Todo había estallado. La alegría era irrefrenable. El Córdoba CF, que se había desembarazado del Barça Atlétic en la final por el ascenso a Segunda División (2-1) con más corazón que juego, más alma que fútbol, ya era equipo de fútbol profesional un lustro después. Y todo el mundo sabía que podía llegar ese desenlace, que sería motivo inequívoco de éxtasis, pero nadie imagina hasta qué punto. 

Hasta el más optimista seguía incrédulo. Parecía mentira, pero era bien cierto. Una de las etapas más grises de la historia del club había acabado, por fin tenía un cierre.

Y en la sala de prensa la fiesta no era distinta. El principal artífice del éxito, Iván Ania, el flamante técnico califal, llegaba a su pupitre habitual con una sonrisa desencajada en el semblante, de oreja a oreja, los brazos en alto y levantando la voz para celebrar con periodistas y parroquianos, todo en compañía de su cuerpo técnico al completo y los servicios médicos del club, que atestaron el pequeño atril. «Vamos todos chicos» fueron las primeras palabras en salir, casi a grito pelado, de la boca del asturiano, que sabía que había conseguido exactamente el propósito por el que se le fichó hace casi un año con algo de recelo. 

Invasión del plantel

Nadie podía contener el tipo. El derroche emocional era ingente y los corazones de los fieles todavía se escuchaban latir desde las profundidades de El Arcángel, incluso algo lejos del campo, en el que aún quedaban más de 21.000 almas desbordadas por la pasión. La zona mixta no era menos, estaba inundada. «Les dije a los jugadores, antes del partido, que habíamos conseguido dos cosas, ser un equipo y una familia, no sé qué fue primero, pero conseguimos las dos. Como equipo hemos sido dominadores, que transmiten, que enganchan a la gente. Como familia, las hay que te corresponden por sangre y otras por vínculos, que vas creando. Era un día en el que esa familia tenía que celebrar el ascenso», siguió expresando el propio Ania.

El análisis, por momentos, era cuestión secundaria en el relato, aunque significativo. «Hay que saber disfrutar sufriendo, así es la vida. Hemos empezado sufriendo más de lo esperado, ellos entraron muy bien, nos costó ajustarnos. En el final de la primera parte, más toda la segunda, fuimos superiores. Ajustamos, no les dejamos hacer su juego. En un robo, una presión alta, fuimos capaces de ponernos delante y luego supimos manejar muy bien la situación. Ha sido un ascenso muy meritorio, nadie nos regaló nada. Hemos llegado hasta el play off persiguiendo al Castellón, no nos dio para ser campeones, pero en ningún momento dudamos de que lo íbamos a conseguir. El destino estaba escrito y era que este equipo iba a ascender», manifestó el técnico.

Poco después llegó otro de los instantes más esperados: la plantilla invadía la rueda de prensa. El primero fue Calderón, después se unió Álex Sala. El resto fueron cayendo en cascada al ritmo del cántico «¡A Segunda, a Segunda, a Segunda

Iván Ania y Antonio Fernández Monterrubio, junto a José María Bellido y Juanma Moreno tras la conquista del ascenso.

Iván Ania y Antonio Fernández Monterrubio, junto a José María Bellido y Juanma Moreno tras la conquista del ascenso. / MANUEL MURILLO

Las claves de Ania

«No solo es el partido de hoy. Tenemos clara la ilusión que fuimos despertando a medida que iba pasando la Liga, nos lo transmitían en la calle, en el estadio. El último mes ha sido un desgaste físico y mental tremendo, pero ha merecido la pena. El día del Málaga, de la Ponferradina y el de hoy son tres actuaciones irrepetibles de la afición, no nos dejaron caer en ningún momento, por ellos ahora estamos en el fútbol profesional», añadió agradecido.

Extendiendo la ecuación, con la afición como clave angular, salpicada por otras de calibre como la «unión» del vestuario, así como su voluntad decidida, el ovetense zanjó su relato, elevando una premisa de ambición y otro de total satisfacción, aunque recordando, eso sí, algunos de los momentos más complejos de la temporada: «La clave ha sido el espíritu ganador del equipo. Hemos ido a todos los campos a ganar, somos el mejor visitante de la categoría. Nos hemos sobrepuesto a  los golpes, al mal inicio, a la situación de Álvaro Prieto... Cuando eso sucedió, sinceramente, sabíamos que íbamos a ascender. Lo de Dragisa Gudelj fue otro golpe durísimo. Ha pasado lo de la madre de Alberto Toril... Se han juntado muchas cosas para que esto fuera un éxito. El destino estaba escrito», apostilló ilusionado.

La ambición de Monterrubio

Los festejos se seguían oyendo de fondo. Todo era una felicidad caótica entrelazada con declaraciones, cada vez menos apuradas y más acostumbradas. Y ahí le tocó el turno también a Antonio Fernández Monterrubio, CEO blanquiverde, que lanzó un mensaje de ambición demoledora: «Estoy orgulloso de todos los que forman parte de este club, nuestros jugadores son unos guerreros, han peleado no solo el partido de hoy, sino toda la temporada. El día de hoy es el más importante de los últimos años. Hemos sembrado para el futuro, estamos volviendo, no nos conformamos con esto, queremos más. Vamos a celebrarlo, pero este grupo y club tiene la capacidad y ambición para seguir creciendo y llevar a esta ciudad y provincia mucho más lejos», aseveró tajante.

La gran sintonía de la plantilla, así como con el cuerpo técnico, del mismo modo, también fue uno de los puntos sobre los que el directivo acabó incidiendo, con especial énfasis en la «conexión» creada con Iván Ania: «Tengo que dar las gracias a los jugadores, se han vaciado. Trabajamos mucho para crear un buen grupo, tomamos decisiones difíciles que a lo mejor, deportivamente, no se entendían. La pieza deportiva de este proyecto era crear un buen grupo humano, creo que estos tíos lo han demostrado. Iván ha hecho un trabajo fenomenal, ha sido muy fácil trabajar con él. Tiene muchísimas cualidades pero la más importante es que es un tipo normal, se puede tratar todo. Esa conexión ha sido importante», indicó más tarde, realizando un esfuerzo considerable a la hora de contener la euforia.

«Tengo que dar las gracias a Infitiny, por la apuesta que hicieron por el Córdoba CF, salvaron a este club hace cinco años, han puesto muchos recursos económicos, a fondo perdido. Hoy tienen la recompensa. Tengo que agradecerles de corazón la confianza que pusieron en mí, he podido tomar las decisiones con absoluta libertad. He estado francamente cómodo trabajando con ellos. Hoy estaban aquí presentes y les hemos visto disfrutar”, reveló, también extendiendo sus elogios al cordobesismo, al que acabó calificando de «alma, motor y corazón» de la temporada y el ascenso.

Iván Ania y Antonio Fernández Monterrubio, junto a Abdulla Al Zain, Mohamed Al Nussuf y Faisal Bin Jamil.

Iván Ania y Antonio Fernández Monterrubio, junto a Abdulla Al Zain, Mohamed Al Nussuf y Faisal Bin Jamil. / MANUEL MURILLO