En el descuento, Alberto García sacaba una falta a la altura de la posición de su lateral derecho. Alberto Aguilar, en la corona del área azulgrana saltaba para no tocar. Tampoco su rival. Y el bote, sobrepasando a la zaga local, era aprovechado por Pedro, que buscó la espalda de esa defensa rival para, sobre la marcha, golpear un balón que se estrelló contra el travesaño para salir disparado hacia los aficionados, blanquiverdes por cierto. Era el gol del empate. Nadie hubiera dicho que apenas 15 minutos antes el Barcelona B goleaba al Córdoba por 4-1. Nadie hubiera sospechado que el equipo de Eusebio se fue al descanso en ventaja 1-0. Nadie hubiera pensado que el Córdoba mereció ganar. Ni empatar. Ni perder.

Es lo que tiene el fútbol. Quien quiera castigar al equipo con que mereció perder tendrá su parte de razón. También el que quiera argumentar que tuvo esa última ocasión para lograr, asimismo, un merecido empate. Los más forofos argumentarán que el Córdoba debió ganar, ayer, en Barcelona. Se impondrá muy probablemente el criterio --muy cordobés, por cierto-- del castigo, de la autoflagelación, del guantazo a lo propio. O se es superior de manera insultante o no se merece ganar. Y en fútbol, en esta categoría, superioridades insultantes... Poquitas. Así que lo que toca es la penitencia autoimpuesta y la búsqueda del culpable o culpables. No hay más.

Pero lo cierto es que el Córdoba saltó al Mini Estadi sin complejo alguno, recuperando su línea, con sus dos puntas, con sus cuatro atrás, sin inventos, vamos. Y le sentó bien al equipo. Los de Berges presionaban desde el borde del área rival, recuperaban balón y generaban ocasiones. Otras cosas son esos imponderables, árbitro incluido de por medio. Porque los blanquiverdes amagaban ante la puerta del casi imberbe Bañuz pero sin golpear del todo y, cuando lo hacían, el colegiado defendía que era un golpe bajo y que no valía. Así, Pedro percutía sobre Planas, al que superaba continuamente para disparar alto en su primera opción, y también en la segunda, a pase de López Silva. Otra acción del alicantino terminaba en un penalti por mano de Muniesa que De Burgos Bengoechea decidió no señalar, pero el conjunto blanquiverde continuaba a lo suyo. Dominar prácticamente entera la primera mitad. Alberto Aguilar cabeceaba un córner de Abel, una jugada de todo el Córdoba terminaba con un pase raso de Fuentes que no encontraba rematador, un nuevo disparo de Pedro finalizaba sin trascendencia... Pero las individualidades comenzaron a decantar el encuentro a favor de los locales y Deulofeu definía ante Alberto García tras pase de Luis Alberto. El Córdoba continuó buscando a Bañuz con López Garai, Rennella y López Silva, pero al descanso el electrónico reflejaba un 1-0 que nada tenía que ver con lo visto sobre el césped.

La segunda mitad fue otra historia. Porque si bien, fruto de nuevo de la individualidad, el Barça B puso más ventaja en el marcador, justo en el momento en el que el Córdoba parecía tirar la toalla le llegó el gol de López Garai a balón parado. Pareció que los blanquiverdes comenzaban de nuevo a creer. Pero la fe les duró tres minutos, hasta que Dongou culminaba un pase de Deulofeu que volvía a poner tierra de por medio. Si antes amagó rajarse, ahí un Córdoba ciclotímico bajó los brazos descaradamente. Durante una hora y a pesar de esos golpes, siguió confiando en lo que hacía. Pero con ese tercer gol desco

nectó. El partido entró entonces en una fase infumable, lo contrario a lo que había mostrado hasta entonces. El Córdoba correteaba a su suerte y el Barça B no se soltaba del todo. Le faltó fe a los blanquiverdes, mantener la tensión, insistir... Pero no lo hicieron y, de nuevo fruto de la individualidad, los locales anotaron el cuarto, más por dimisión temporal del rival que por mérito propio. Una dimisión que podría defenderse desde el punto de vista de la fatalidad, pero nunca de la competitividad que ha de exigirse y autoexigirse siempre. O se luchan los 90 minutos o no se lucha. El Córdoba debe aprender esa lección, sobre todo con lo ocurrido posteriormente. Con unos cambios por parte de Berges discutibles en cuanto a que parecían fruto más de la ansiedad que de otra cosa (sobre todo por los tiempos de partido), el Córdoba se encontró con el gol de Pedro, que se tragó Bañuz, para ver una lucecita al final del túnel. Los blanquiverdes retomaron el mando, probaron a sobreponerse a esa fatalidad que parece acompañarles esta temporada y Xisco debutó con gol incluido para ilusionar con el futuro y meter el miedo a los azulgranas.

La jugada final narrada al principio resume lo que fue el encuentro y lo que parece ser este Córdoba en las últimas jornadas: un equipo situado constantemente en el larguero.

Estadio: Mini Estadi

Asistencia: 6.415 espectadores, un centenar, cordobesistas

Terreno de juego: Perfecto

Barcelona B: Bañuz (25), Patric (14), Sergi Gómez (3), Muniesa (21), Planas (5), Gus Ledes (20), Sergi Roberto (10), Rafinha (12), Luis Alberto (9), Deulofeu (7) y Dongou (34).

Cambios:

Araújo (22) por Dongou en el 69', Balliu (2) por Patric en el 73' y Agostinho Cá (18) por Deulofeu en el 87'.

Córdoba CF: Alberto García (1), Cristian (7), Alberto Aguilar (20), Kiko Olivas (22), Fuentes (3), Pedro (15), López Garai (14), Abel Gómez (23), López Silva (19), Fede Vico (29) y Rennella (12).

Cambios:

Xisco (9) por Rennella en el 56', Joselu (18) por Fede Vico en el 56' y Caballero (21) por Abel en el 62'.

LOS GOLES

1-0 (30') Deulofeu cruza ante Alberto García.

2-0 (52') Luis Alberto.

2-1 (56') López Garai cabecea un córner.

3-1 (59') Dongou cruza ante Fuentes y Alberto García.

4-1 (75') Araújo, a pase de Luis Alberto.

4-2 (86') Bañuz se traga un disparo de Pedro.

4-3 (90') Xisco culmina una jugada de Caballero.

EL ÁRBITRO:

De Burgos Bengoechea (C. Vasco)

Regular tirando a mal, sobre todo para los visitantes, a los que escamoteó un penalti claro por mano de Muniesa y otro muy posible a Xisco. El fuera de juego de Rennella, cuanto menos, dudoso. Amonestó a Alberto Aguilar (80').