Opinión | Entre visillos

Empieza el espectáculo

El cine de verano vuelve mañana a Córdoba y eso es un éxito de toda la ciudad

Dicen que ni lo malo ni lo bueno viene solo y no es permanente, que va por rachas. Será por eso por lo que a esta ciudad, no siempre mimada por los dioses, ahora le toca la buena racha y está viviendo alegremente dos acontecimientos muy esperados por los cordobeses. Por un lado, el ascenso a Segunda del Córdoba CF, que ha sido una fiesta en las gradas y otra más grande todavía -con metepatas incluidos al final, como todo jolgorio que se precie- en la plaza de las Tendillas. Una nueva muestra de que el fútbol es mucho más que un deporte, es un desatascador de pasiones, el mayor de los desahogos patrios. La otra buena noticia en realidad sólo está anunciada y con eso basta para que todo ciudadano mínimamente sensible ante lo nuestro, lo que nos ha hecho como somos, respire por fin tranquilo al saber que habrá cines de verano. Y es que, como todo el mundo conoce, la cosa ha estado en el aire por culpa de un enrevesado proceso de herencia y readaptación a las circunstancias generadas tras la muerte en abril de 2023 del recordado Martín Cañuelo, que hizo imposible disfrutar el pasado año de las proyecciones bajo las estrellas.

Un apagón cultural y sociológico, porque estos recintos aun siendo privados pertenecen al patrimonio sentimental de todos, que será un mal recuerdo desde mañana, cuando reabran sus puertas al público dos de los cuatro cines existentes, El Fuenseca y el Delicias -el Olimpia y el Coliseo habrán de aguardar su oportunidad-. Se ha conseguido gracias a la buena disposición de Ángel Cañuelo, sobrino de Martín y destinatario de un legado envuelto en responsabilidad y deudas muy difícil de gestionar, sobre todo si uno vive en Londres y no tiene nada que ver con el negocio recibido. Pero también al apoyo del Ayuntamiento haciendo malabarismos entre lo público y lo particular para no dejar caer una tradición arraigada en Córdoba desde los años treinta del pasado siglo, pura arqueología cinematográfica única en toda Andalucía y tan fiel a su cita estival que no falló ni en los peores momentos de la pandemia. Y, por supuesto, ha tenido mucho que ver en el final feliz el paso dado por el empresario Antonio Amil Corredera, dispuesto a arriesgar en la aventura. Todo ello, sin olvidar la constante presión vecinal y mediática, demuestra que cuando hay voluntad se solucionan los problemas. Que empiece la función.

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