Opinión | Caligrafía

Cierta nostalgia

A veces me quedo mirando las calles del centro como raptado por espíritus del pasado, con mi mirada de los mil metros; y en lo que estoy pensando es en cómo hace veinte años se podía atravesar Cervantes y girar a la izquierda, o incorporarse a Avenida de América, de dos sentidos; y realizar el giro para salir a Ronda de Tejares. Pero es que a Ronda de Tejares se entraba por Fuentes-Guerra (o sea, Caño) como atajo para evitar Cruz Conde, por la que también se podía entrar, para finalmente atravesar Tendillas y acceder gloriosamente al barrio de San Juan, el barrio más pequeño y más silenciosamente impreso en el corazón de sus nativos. Veo los fantasmas del pasado de mi Renault 21 Manager burdeos, cascadísimo cuando me llegó; cochazo monumental que palmaba un litro cada vez que arrancaba, cuando la gasolina estaba a 90 céntimos: más barata que el agua. Se circulaba por Tendillas, por la Ribera de punta a punta, con unos atascos de domingo absolutamente repugnantes, hasta que se subía o bajaba por Santa Teresa Jornet, dejando atrás la puerta del Puente. Ni había restricciones ni había criterio: en caso de duda se podía pasar con el coche, aunque fuera para atravesar el Puente Romano como un emperador. La preocupación era no conocer algún atajo salvaje para saltar entre calles del casco histórico, no si se podía o no pasar.

Ese tráfico era infecto. Quitando que el centro se ha convertido en una ratonera y cualquier acto lo aísla, sea manifestación o procesión o paseo triunfal; lo de ahora es lo razonable. Pero cómo echo de menos meter el coche de la Ribera hasta Fleming.

*Abogado

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