Opinión | Reflexiones
El pecado original
Nada dice a la sociedad quien nada le propone. Nada es Alvise, un agujero negro de la política. El espacio sin espacio que ha engullido 800.000 votos desde los confines de la demagogia extrema, de la falacia. Reconozcamos que, de alguna forma, ha roto ese principio metafísico que parte de la idea de que nada puede surgir de la nada, porque este señor ha levantado tres eurodiputados negando la política. Sin propuestas, sin programa, sin partido. Sin nada.
Cometeremos un error si pensamos que el problema es él o la pseudo organización -constituida para la cita como agrupación de electores- a la que representa, porque da igual cómo se llame. La cuestión es: ¿cómo es posible que un proyecto político de estas características obtenga un apoyo tan importante por parte de una sociedad madura como la nuestra? Desde luego, algo está fallando.
Una realidad difícil de entender de forma aislada, sin contextualizarla dentro del fenómeno globalizador cuyos tentáculos también abrazan a las pasiones políticas. Hace catorce años, un vendedor de frutas se inmolaba en el centro de Túnez iniciándose las protestas que levantaron al mundo árabe contra dictaduras y autocracias. Aquella Primavera llegó poco después a España en forma de movimiento, el 15M, reclamando mejoras en el sistema democrático. Aquello se expandió, no había fronteras para unas reivindicaciones que alzaban a dos mundos tan distintos, Oriente y Occidente, en pro de la democracia. Una década después no queda nada, o casi nada, de todo ello.
En el mundo árabe, la aspiración democratizadora no ha sido capaz de culminar con éxito, sino todo lo contrario. En las democracias liberales, la indignación y el malestar con la política parecen haber basculado hacia planteamientos populistas ultras. De alguna manera, los partidos tradicionales no están siendo capaces de dar respuesta a lo que la sociedad reclama, generando una grieta que permite la filtración de esta nueva ola política que predica contra todo. Cuando Joseph Stiglitz nos dijo que el uno por ciento de la población tiene lo que el otro noventa y nueve necesita, entendimos la clave de lo que está pasando: la creciente desigualdad que la doctrina neoliberal genera en las sociedades es el pecado original.
*Politóloga
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