Opinión | tribuna abierta

Acción de gracias

Decir «acción de gracias» nos lleva sin pensarlo a la esfera de lo religioso o lo espiritual; sin embargo, cuando nos referimos al Día de Acción de Gracias la cosa cambia y las connotaciones ya son distintas. Ha llegado noviembre y con él el enésimo fracaso de Todos los Santos frente a ‘Halloween’, en la esfera de lo celebrativo me refiero; disfraces monstruosos, fiestas góticas y el «truco o trato» se imponen otro año más a los huesos de santo y al olvidado Tenorio en su cementerio.

Lejos quedaron las velas en las casas honrando a los difuntos, las comidas familiares terminando con unas suculentas gachas o las representaciones del ‘Don Juan’ de Zorrilla en La 2. Como contrapeso está tomando cada vez más forma la celebración en los colegios religiosos del día de Todos los Santos, en el que niños se disfrazan de Madre Teresa de Calcuta, de san Juan Pablo II o del beato Carlo Acutis.

Acaba el día de Todos los Santos y llega el de Acción de Gracias, una fiesta cristiana importada de EEUU que data de hace ya cuatro siglos y conmemora la llegada a Norteamérica de colonos puritanos desde las islas británicas. Pero como no podía ser de otra forma en esta sociedad tan descristianizada, los españoles hemos acogido esta nueva fiesta, aunque no al completo, solo y exclusivamente la parte de consumo, el ‘Black Friday’. Pero si nos hemos quedado solo con lo material, algo que ya pasaba con la verdadera Navidad, surge ahora la pregunta: ¿hemos cambiado la fiesta del nacimiento de Jesús por otra «navidad», laica e importada que se centra en exclusiva en lo efímero y consumista? Todo parece indicar que sí.

La nueva Navidad exige una gran dosis de vacío espiritual, al contrario que la auténtica, la que nació con un niño pobre en Belén. La Navidad del ‘Black Friday’ requiere de dos o tres anuncios en ‘prime time’ para convencerte de la necesidad de algo que no necesitas; la nueva Navidad aliena, la verdadera te llama a compartir. La del ‘Black Friday’ es una prefiguración banal de la buena Navidad que te encadena a la tarjeta de crédito, a los descuentos. La espiral de consumo lleva a la calle de la insatisfacción y la indiferencia, al abismo del «y ahora qué más»... Nuestra Navidad no es de jueves de pavo, ni de viernes de centro comercial; nuestra Navidad es de domingo, un domingo en el que nace el Amor.

¿Qué ofrecemos a los jóvenes de hoy frente a esta espiral? Dar a conocer el valor de lo sagrado y lo realmente profundo como la antítesis de lo banal y lo superfluo, seas creyente o no, es responsabilidad de nosotros, los adultos. Ojalá sepamos transmitir lo único y realmente fundante de esta fiesta: saber dar las gracias.

* Profesor

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