Opinión | Tribuna abierta

Feria, ¿fin de ciclo?

Hay mucho detrás del montaje de una caseta

«Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar...», nos decía Antonio Machado, al que Serrat le pusiera música en los 70; todo pasa, y la Feria, también. La Feria de Córdoba dedicada a la Virgen de la Salud, qué olvidada la pobrecita, celebra sus treinta primaveras en el recinto ferial de El Arenal y lo hace con polémica, suspense y miedo.

Polémica porque año tras año el número de casetas va descendiendo, se llegó incluso a doscientas en los primeros años en la nueva ubicación, y ya es muy cantosa la gran cantidad de parcelas libres que se ven año tras año. Permisos, contratos, desembolsos muy arriesgados, seguridad, papeleos varios, una serie de piedras en el zapato para el valiente emprendedor que se embarca en el montaje de una caseta. Suspense porque no se sabe qué pasará con el botellón, su localización y la influencia que ejercerá sobre los ingresos de las casetas. Con las obras del Balcón del Guadalquivir los adolescentes y jóvenes que año tras año se congregaban en él, ¿a dónde irán? ¿serán las obras un elemento disuasorio o simplemente cambiarán de lugar con sus cartones de vino «peleón»?

Y también miedo para los padres de chicos y chicas que beberán sus primeros rebujitos; miedo de los policías, bomberos, sanitarios y protección civil que se juegan la vida por nuestro disfrute; y miedo en la Alcaldía, que no da con la tecla para solucionar la falta de iniciativa de empresarios que sean capaces de atreverse a montar caseta. Pero el miedo no acaba ahí, no olvidemos mirar hacia el cielo porque nuestro último gran evento de movilización general, la Semana Santa, se vio deslucido por una lluvia tan necesaria como inclemente.

Desde fuera quizá no se valora, pero hay mucho detrás del montaje de una caseta. Al fin y al cabo es crear ex nihilo una estructura efímera de bar-restaurante o discoteca solo para una semana. Bien es verdad que con una potencial clientela inmensa, pero también con mucha competencia. Dejo esta reflexión: ¿quizá nos centramos demasiado en lo económico y olvidamos la componente social y familiar de esta fiesta?

Después del machaqueo de tantos reels de Facebook o Instragram con vídeos de la Feria de Sevilla, plagados de postureo y alarde de la inversión económica en trajes de flamenca, de cientos de chicos trajeados haciendo eses y del sentimiento patriótico hispalense por los cuatro costados, toca el turno a nuestra feria cordobita. La del río convertido en un baño público, la de las choni hamburguesas de vuelta a casa, la de los cajeros ausentes, esa que nos absorbe durante más tiempo del permitido por la nómina, pero aquella que tanto ansiamos cada mes de mayo. ¡Feliz Feria de Córdoba!

*Profesor

Suscríbete para seguir leyendo