Opinión | Escenario
Vacaciones
Lo que no cambia es el lleno absoluto en las terrazas de los bares
En Fuengirola, el lunes de la semana pasada, el paisaje humano estaba formado por los que habitualmente viven allí -nacionales y extranjeros- y por turistas que viajan solos o en pareja. La población infantil estaba a punto de comenzar las vacaciones. Hoy, 1 de julio, el panorama ha cambiado sensiblemente: muchos de los extranjeros residentes se han ido a sus países de origen, aprovechando que en aquellos los veranos son más clementes que aquí (de paso, se ganan un buen dinerito alquilando sus casas a los que vienen ávidos de sol y playa). Ahora empiezan a verse familias con niños que ponen ese punto alegre y vital que no todo el mundo aprecia: los gritos, las carreras, los juegos, las llantinas, las reacciones intempestivas... Hasta hay anuncios de viajes y hoteles basados en esto.
Lo que no cambia es el lleno absoluto en las terrazas de los bares, donde el personal desayuna tostadas con aceite, churros o jeringos, que en Málaga son conocidos popularmente como tejeringos, probablemente porque, durante la fritura, para dar la vuelta a las ruedas, se utilizan las agujas de tejer. La diferencia entre churros y jeringos merece capítulo aparte y en su momento se lo dedicaremos, pero hoy lo que nos ocupa es el comienzo para muchos de las ansiadas vacaciones de verano y la organización del tiempo durante ellas. Claro está que después del desayuno, la actividad principal consiste en ir a la playa, donde se forman animadas tertulias, propiciadas por la proximidad de las sombrillas. Por cierto, los fuengiroleños, que guardan con el turismo veraniego una especie de relación amor-odio -incrementa superlativamente la población y ocasiona molestias, pero viven de él- a los que van a la playa con sombrilla en vez de alquilar las que tienen forma de bailarina hawaiana, les llaman escopeteros.
El resto del tiempo cada cual lo distribuye como quiere y puede. Particularmente, he observado que muchas de mis actividades, por otra parte muy comunes, empiezan por la letra p. Por ejemplo, a las primeras de la mañana las llamo el ppp, es decir, comprar el pan, sacar a la perra y pasear; si también me acerco a la playa, se convierte en pppp. Las tardes son más relajadas. Algunos cordobeses tienen la costumbre de sentarse en el poyete que bordea el paseo marítimo y comer pipas a modo de entretenimiento. Poyete y pipas serían solamente dos pes. Otros buscan para cenar los clásicos espetos de sardinas y el pescado -otra p- frito o las múltiples ofertas gastronómicas de todas las nacionalidades. O cenan en casa y salen a tomar un helado. Lo importante son las vacaciones y salir de la monotonía. Ya iremos viendo.
*Académica
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