Visto lo acontecido lejos de El Arcángel desde que se inició la temporada, el Córdoba se ha fijado como punto de partida, puerto desde el que zarpar o cabeza de puente en cada batalla que tenga ante su parroquia. Como visitantes, los de Berges han pasado de puntuar dando una horrorosa imagen (Murcia o Lugo) a perder transmitiendo una evolución cierta en su juego (Alcorcón y Villarreal). Así que, como locales, salvo el traspié inicial ante el Elche, se han empeñado en remontar, enganchar y obligar a los suyos a seguir en la fe. Cuadrar la ecuación resultado/juego. Y no les está resultando nada fácil, lo cual habla bien tanto del que está en la banda como de los que se encuentran sobre el terreno de juego.

Porque el filial azulgrana que llegaba ayer lo hacía después de cuatro victorias y un empate consecutivos, con la vitola de ser uno de los máximos goleadores en este inicio de campeonato y enfrentado a un Córdoba que arrastra lo suyo, que no es poco. Sobre todo en ciertos aspectos individuales. Sin embargo, los blanquiverdes se sobrepusieron a todo, incluida la lesión inicial de Pepe Díaz (7'), con un pinchazo en el isquiotibial y al que tuvo que reemplazar Joselu, que dio ayer un pasito pequeño para que, al igual que con el equipo, la grada vaya creyendo en él.

Al igual que en Villarreal, lo mejor que se puede decir de este Córdoba es que ante los cachorros azulgranas volvió a tener el partido en donde lo quería. Mucha intensidad en todas sus líneas y la intención de que el balón estuviera más en el campo rival. Lo consiguió en la mayor parte de un primer tiempo en el que los de Eusebio, ante la neutralización de Kiko Femenía y la inoperancia efectiva de su centro del campo recurrieron a algo que hacían en exceso la temporada pasada: balones largos cruzados a Deulofeu. Mientras el bagaje ofensivo visitante se circunscribía a oponer la velocidad del extremo derecho a la cabezonería de Fuentes, el Córdoba buscaba a sus hombres de calidad. Rennella comenzó con mucha intención asociativa, bajando unos metros y entregando balones a la espalda, ora a Joselu, otrora a Pedro o Dubarbier. Mientras que el alicantino dio todo lo que tenía sin mucha suerte (con balón al palo incluido cuando el partido moría), el argentino volvió a mostrar su motorcito, pero en la tarde de ayer estaba alimentado con gasolina de alto octanaje. Pero si a Pedro solo le faltaba suerte, su socio en la banda, Cristian García, cuajó su mejor encuentro desde que se viste de blanquiverde. Derroche de facultades, apoyo al compañero (al que está delante y también al de al lado) y, para colmo, incorporaciones al ataque con sentido. En una de ellas, precisamente, nació el primer gol local. El centro del lateral derecho fue rematado en el segundo palo y con el exterior por Joselu.

Tras el gol, merecidísimo, el Córdoba intentó dibujar un escenario para matar al rival al contragolpe, pero la defensa de los empellones azulgranas obligaba a meter demasiados elementos en el área, lo que provocaba que todo el conjunto blanquiverde se encontrara detrás del balón cuando este se recuperaba.

Pero el filial no contaba con Caballero. El madrileño se marcó un partidazo mientras estuvo y lo remachó con la jugada del segundo gol. Pared con López Garai, avanzadilla y pase a media altura cruzado para dejar a Dubarbier solo. El argentino no perdonó y dejó un encuentro que debió tener 45 minutos de mero trámite. Lo hizo solo en parte.

Porque el Córdoba perdió a su mejor valor sobre el terreno de juego. Caballero se lesionó nada más salir de vestuarios y el partido cambió. Y lo hizo por las circunstancias, porque a buen seguro el plan del Córdoba era el de volver a entregar en parte el balón al rival, recuperar en defensa y que el madrileño tocara lo justo para lanzar a los suyos. Pudo hacerlo ya en los últimos diez minutos del choque, cuando ambos equipos estaban muy condicionados por el físico, tanto que Dubarbier, Joselu y sobre todo la mencionada ocasión de Pedro fueron los mejores botones de muestra de que la cabeza decía una cosa y la capacidad atlética otra. Entre ese final y la entrada de Abel Gómez por Caballero se asistió a una fase en la que el Barcelona B amagaba continuamente y demostraba su calidad individual a cada segundo con Deulofeu y Rafinha como mascarones de proa. El hermano de Thiago e hijo de Mazinho sembró algo de intranquilidad tras ajustar el marcador a la salida de un córner. Era significativo que el Barça B se encontrara con el gol a balón parado.

Aunque el gol no fue un espejismo, ni mucho menos, los de Sacristán acusaban claramente una falta de empaque, de intensidad para imponerse en el centro del campo. O quizás el Córdoba no les dejó. El caso es que los visitantes fueron apagándose paulatinamente y esos 20 minutos de desasosiego desembocaron en un escenario final en el que el Córdoba volvió a tener varias opciones de gol pero con el punto de mira tan desviado como en anteriores partidos, como el año pasado, como el anterior, como siempre. Nada nuevo en ese aspecto, pero sí en los otros. La afición volvió a enchufarse con un equipo que se impuso tácticamente en muchas fases del choque a su rival. Una grada que siguió el camino marcado por un grupo entregado, esta vez sí, a un proyecto. En El Arcángel ha plasmado definitivamente este Córdoba la ambición para este año, va encontrando sus señas de identidad, se siente más seguro. Como el adolescente (y algunos no tanto), fuera de casa es donde se pierde. Es un aspecto a arreglar. Fuera del hogar acechan los peligros y hay que atajarlos desde ya. A ver si de una vez tienen todos claro que como la casa de uno no hay . El Arcángel le mostró el camino con esa unión, ese cariño que ha de ser correspondido.

Córdoba CF: Alberto García; Cristian, Alberto Aguilar, Kiko Olivas, Fuentes; Pedro, López Garai, Caballero (Abel Gómez, m.47), Dubarbier; Pepe Díaz (Joselu, m.08) y Rennella (Fede Vico, m.71).

Barcelona B: Masip; Balliu, Lombán, Planas, Grimaldo; Ilie (Dongou, m.57), Rafinha, Lobato; Kiko Femenía (Espinosa, m.72), Deulofeu y Luis Alberto (Patric, m.81).

Goles: 1-0, M.29: Joselu. 2-0, M.44: Dubarbier. 2-1, M.51: Rafinha.

Árbitro: Pérez Pallás (Colegio Gallego). Amonestó al visitante Patric.

Incidencias: El Arcángel, unos diez mil espectadores.